Fue un trabajo arduo e intenso de más de dos años donde la sustentabilidad se hizo presente. Trabajar en Rapa Nui implicó varios viajes al territorio insular, y que concluyó dejando no sólo los conocimientos instalados en los productores sino además publicaciones divulgativas.
Se instalaron parcelas demostrativas en diferentes sectores de la isla donde se implementó un conjunto de prácticas y herramientas como control cultural, biológico, físico y químico, utilización de biocontroladores y plaguicidas biológicos.
Natalia Olivares, ejecutora del proyecto “Manejo Integrado de Plagas Biointensivo con productores familiares hortofrutícolas de Rapa Nui”, que contó con el apoyo de la Fundación para la Innovación Agraria (FIA) y el Instituto de Desarrollo Agropecuario (INDAP), afirma que “nos sentimos muy satisfechos con el trabajo realizado porque los productores se abrieron a la posibilidad de incorporar nuevos manejos en sus predios y se capacitaron en temas que antes no eran tan accesibles y que hoy, gracias a la presencia permanente del profesional Ignacio Ahumada, los agricultores mantuvieron el interés por aprender hasta el final del proyecto”.
El proyecto abordó temas de extrema importancia para los productores de la isla. En el fruto de la piña se enseñó cómo reconocer la presencia de chanchitos blancos. Para su control se realizaron liberaciones del depredador Cryptolaemus montrouzieri lográndose una reducción de la población entre un 50 y 95%.
En camotes se levantó estudios de biología de la plaga picudo del camote, cómo hacer un mejor reconocimiento de ésta y cómo iniciar plantaciones a partir de guías sin presencia de picudos. Gracias a estos manejos se logró la disminución en las pérdidas de cosecha del camote por efecto de esta plaga.
En el caso de los plátanos se hizo estudios de otra plaga que ataca a este cultivo y que se llama picudo negro del banano. Se levantó información asociada a la biología de la plaga y lo más importante fueron los manejos para la obtención de hijuelos sin presencia de picudos lo que implicó el desarrollo de plantas sanas hasta obtención de frutos. Además, para su control se utilizó feromona para la atracción de machos y de esa forma se disminuyó la presencia de la plaga en los predios.
De este modo, se logró instalar un modelo de producción de hortalizas y frutales involucrando a alrededor de 100 familias de Rapa Nui con el único desafío que los agricultores avancen hacia la generación de una producción de alimentos limpios y con un valor diferencial de exclusividad y calidad fundada en procesos naturales y biológicos, disminuyendo agroquímicos y preservando la diversidad biológica de la isla además del cuidado de los recursos suelo y agua.
Se respetó las prácticas habituales de cada productor respecto de la forma cómo ellos gestionan sus cultivos. “En base a ese conocimiento se fue trabajando en reconocer las plagas y enemigos naturales presentes en los tres cultivos más importante de la isla: piña, camote y plátano”.
Natalia Olivares comenta: “esperamos haber contribuido a mejorar el manejo de plagas en Rapa Nui generando un equilibrio donde las plagas, sus enemigos naturales y todas las herramientas que enseñamos se integren en un conjunto armónico capaz de adaptarse al cambio climático”.
Esta iniciativa contó con un gran equipo de trabajo que lo lideró la investigadora entomóloga del INIA La Cruz. El equipo de profesionales y técnicos lo integró Natalia Olivares Pacheco, Ignacio Ahumada INIA (profesional permanente en Rapa Nui), Alejandro Morán, Renzo De Kartzow (asesor externo), Aart Osman, Fernando Rodríguez (ex INIA La Cruz), Alejandra Guzmán (ex INIA La Cruz), José Montenegro y Antonieta Cardemil. Fue fundamental la participación de los técnicos del INDAP/PDTI y SAG, además del apoyo recibido de la Municipalidad y de la Gobernación de Rapa Nui.
Fuente: INIA