La industria frutícola chilena basa su éxito, en gran parte, en las condiciones climáticas donde se desarrolla. Numerosas especies frutales requieren climas templado-cálidos a templado-fríos, con alta radiación solar y libre de precipitaciones, en primavera y verano. Esta condición mediterránea caracteriza la zona frutícola de especies de hoja caduca, vides y frutales menores, fundamentales en las exportaciones nacionales.
Sin embargo, cada cierto tiempo, accidentes meteorológicos de primavera o verano, afectan producción y calidad de la fruta. En la última década hemos tenido alteraciones climáticas serias para la fruticultura nacional. Este es el caso de heladas de primavera o las lluvias, acompañadas de granizos en algunos sectores, que ocurrieron durante 3 a 4 días en la zona centro sur de Chile, a fines de enero 2021. En la región de O’Higgins, la mayor productora frutícola del país, representó una precipitación acumulada de entre 15,4 y 101,4 mm, dependiendo de las comunas analizadas; alrededor del 5 al 28% del agua caída en estos sectores, durante los 3 meses de invierno.
El sistema frontal que afectó la zona centro sur del país los días 28 a 31 de enero 2021 encontró un alto porcentaje de la fruta, en variedades de duraznero, nectarino y ciruelo, las peras y manzanas, arándanos, nueces, almendras y la uva de mesa y para vino, en cosecha o a la espera de la misma.
Se requieren, en consecuencia, medidas paliativas para los efectos que causó este fenómeno, siendo la más significativa el impacto sanitario para el resto de la temporada.
Las lluvias predisponen el desarrollo de patógenos como hongos y bacterias, normalmente inactivos por las altas temperaturas, baja humedad relativa, radiación solar y falta de agua libre en el follaje. Esto obliga a varias consideraciones técnicas, como el uso de ciertos agroquímicos, revisar las dosis, concentraciones y la consideración a las exigencias de residuos, en los distintos mercados.
Una importante porción de la fruta sometida a la lluvia sufrió partiduras (Figuras 1 a 3), tanto por efecto osmótico del ingreso de agua a través de la epidermis, como en el cambio de la tasa de ingreso del agua por las raíces. Huertos con riego mecanizado reciben, de pronto, un abastecimiento de agua en zonas radicales que no tienen el aporte del riego, durante un verano convencional. Esto altera súbitamente el comportamiento hídrico de la planta, con lo que, sumado a la osmosis a través de la epidermis, se provocan estas alteraciones.
Fuente: INIA