Al remontarse algunos años atrás existía un común denominador entre diferentes compañías vitivinícolas: comenzaban a observar problemas de productividad y sanidad en sus viñedos. En el año 2014 era lo que ocurría en Viña Santa Rita, por lo que decidieron realizar un levantamiento de todos sus cuarteles, que sumaban unas 2.900 hectáreas en producción. Analizaron los rendimientos por hectárea y también sus costos, para llegar a un índice de productividad y analizar la competitividad de cada cuartel en función de las distintas calidades de vino que elaboraban.
A este panorama se suma que había algunos viñedos con nematodos, margarodes de la vid y hongos de la madera, entre otras enfermedades, lo que los llevó al año siguiente a implementar un plan de reconversión y plantación, cuyo objetivo pasaba por mejorar la productividad de sus campos. Este plan, denominado Wise (por las siglas en inglés de Wine Seed), y que tiene como filosofía no solo “plantar parras”, sino que también, cultivar vinos; ha involucrado hasta la fecha una inversión cercana a los US$30 millones y ha dado paso a una nueva generación de viñedos de calidad, que entre nuevas plantaciones y replantes, abarcan 800 hectáreas.
UN NUEVO SISTEMA PRODUCTIVO
Antes la compañía plantaba los viñedos bastante distantes, a 2,2 o 2,5 metros en espalderas, cuando el objetivo era contar con vinos de mayor calidad. Por el contrario, si se buscaban mayores volúmenes se pensaba que el parrón era la única alternativa. Sin embargo, se trataba de un sistema muy demandante en mano de obra.
Así lo recuerda Gerardo Leal, gerente de Viticultura de la empresa, quien comenta que al iniciar Wise realizaron estudios de suelo, clima y potencial de variedades que los llevaron a implementar un nuevo tipo de diseño: canopias libres. “En definitiva es un solo cordón productivo. Diría que en sistema de conducción fue lo primero que empezamos a divisar con lo que éramos capaces de producir más productividad o más volumen de uva, pero al mismo tiempo obtener calidades interesantes”, comenta y agrega que se trata de un sistema que además protege de mejor manera la fruta, dado que no la deja expuesta directamente al sol.
De esta manera, en Santa Rita se han enfocado en buscar los lugares con potenciales para establecer las canopias libres, pero también han optado por modificar la orientación de las plantaciones antiguas en espaldera: hoy se plantan entre 40 y 45° hacia el nor-poniente para enfrentar en paralelo los rayos del sol y no estar afectado por el sol de la tarde que produce quemado de la fruta y deshidratación.
En estos nuevos diseños, el 90% de la superficie plantada y replantada corresponde a variedades tintas y el 10% restante a blancas, lo que coincide con la tendencia comercial de las ventas de vino del país. Pero entre todas ellas hay una que ha recibido la calificación de cepa emblemática: el Cabernet Sauvignon.
EL EMBLEMA DEL MAIPO
Durante los últimos cinco años la variedad que más se ha plantado en la Viña Santa Rita corresponde a Cabernet Sauvignon, con un 48% de la superficie plantada y replantada, seguida de Carmenere.
“Estas son las dos variedades tintas de las que en Chile hay un déficit importante porque más allá de que nosotros tengamos valles especializados, donde se han ido descubriendo cepajes nuevos, Chile sigue siendo un país vendedor de Cabernet Sauvignon y de tintos en general. Por eso la importancia para nosotros de querer resaltar en nuestro proyecto Wise esta variedad. El principal campo que hemos renovado es Alto Jahuel, en el Valle del Maipo. Ni siquiera pensando como la Viña Santa Rita, sino como la industria del vino, la responsabilidad que teníamos nosotros de renovar Cabernet era gigante porque estamos en uno de los valles más importante en el mundo para la producción de esta cepa. Nuestro proyecto abordó el Cabernet Sauvignon como la cepa emblemática”, aclara Leal.
Pero en todo el abanico de variedades también han reposicionado algunas tintas, como el Merlot y el Malbec, las que han concentrado en la zona de Colchagua hacia la costa; además de reposicionar algunas superficies antiguas de Pinot Noir. En esta canasta de variedades y pensando en el enfrentamiento al cambio climático, es que también han incorporado pilotos de variedades mediterráneas como el Cinsault, Grenache y Marselan para entender muy bien cómo se desarrollan.
Dentro de las cepas blancas, consigna Leal, continúan con las más tradicionales como Chardonnay y Sauvignon Blanc, variedades que han estado muy sujetas a la posibilidad de mermar calidad y kilos producidos por las heladas. “Hay valles que son muy complejos de producir y generan muchas pérdidas, como el caso de Casablanca. Como todos los años hiela te vas acostumbrando a tener una merma de estas dos variedades, especialmente de Chardonnay. Sin embargo, cuando tenemos un potencial de producir sin efecto de helada sí o sí en esos lugares colocamos Chardonnay y en segundo lugar Sauvignon Blanc, que es un poquito más tardía”, explica Leal y agrega que entre ambas variedades han replantado alrededor de un 3,5%.
Para poder posicionar una cierta variedad en algún campo, en esta compañía ven el uso de portainjertos como una herramienta extra para lograrlo, especialmente cuando enfrentan alguna dificultad en el suelo.
UNA HERRAMIENTA QUE AYUDA
La condición sanitaria, relacionada principalmente a nematodos y margarodes, es la principal dificultad del suelo. Pero también se relaciona con su potencial de compactación o el sellado de éste y su estructura, por ejemplo, si tiene más o menos piedras y dónde se ubican. Son incógnitas que en Santa Rita han tratado de solucionar con la selección de los mejores portainjertos.
Según comenta Leal, el 80% de las plantaciones se han realizado con el uso de portainjerto y el 20% restante a pie franco. Dentro del universo de posibilidades que existen, han optado principalmente por el patrón 110 Richter, que se ha utilizado en el 47% de sus plantaciones.
“Variedades más vigorosas o que tienen un potencial de producción mayor las hemos puesto en un portainjerto que permita expresar ese vigor y esa productividad, como son el 110 Richter y el 1103-Paulsen. Cuando queremos pelearles mucho más a los nematodos pensamos sí o sí en el SO4, mientras que en suelos donde vemos que hay un potencial interesante de blancos, principalmente hemos puesto el 5BB que anda muy bien con las variedades blancas”, señala el experto.
VIÑEDOS QUE PERDUREN
Hasta que comenzaron con el proyecto Wise, en la Viña Santa Rita no podían comprender por qué en Chile a partir de los quince años un viñedo comienza un deterioro tal que, a los veinte años ya se torna prácticamente improductivo, sabiendo que en otras partes del mundo hay viñedos que duran mucho más y lo hacen de buena manera.
Al introducirse en las condiciones y calidad de otros atributos de la fruta, como el color, la acidez total y la madurez, pudieron observar que había viñedos que por más que produjeran cinco o seis toneladas, no generaban calidad. Así es que llegaron a una nueva conclusión: la única forma de hacer un proyecto consistente en el tiempo y que mantenga una productividad y con un nivel de calidad interesante para todas sus categorías es la sustentabilidad; además de trabajar la vitalidad del suelo; en definitiva, su nivel de materia orgánica y microbiología, sumado al uso de material vegetal con una trazabilidad y condición sanitaria conocida, buscando el material más sano, libre de virus y hongos de la madera.
Hace seis años la Viña Santa Rita vio la necesidad de generar un cambio en los viñedos para que puedan perdurar en el tiempo con buena productividad, pero especialmente con calidad. Fue por ello que tomaron una serie de acciones que les permitió avanzar en una nueva generación de viñedos, esos que, en el futuro, uno cada vez más cercano, cumplirán con los nuevos requisitos.
Fuente: MundoAgro