El negocio del vino es sin dudas de largo plazo y requiere de un suministro continuo de fruta, tanto en términos de cantidad como de calidad. Los ciclos productivos con buenos rendimientos en ambos parámetros duran como máximo 25 años, por lo que pasado este periodo las empresas se ven obligadas repensar su plan y analizar alternativas. Es aquí donde las miradas apuntan al replante, en algunos casos cambiando a una especie frutal más rentable como los frutos secos o los cerezos, pero en otros buscando mantenerse en este rubro con nuevas variedades o clones. Así es como diferentes viñas llevan a cabo programas de replantes, trabajando desde ya y hace años, en los viñedos del futuro.
Tiempo atrás podían observarse, por un lado, viñedos que no contaban con la productividad requerida, y por otro, algunos mal ubicados, es decir, que contaban con la variedad incorrecta o en el lugar inadecuado, por lo que la producción de dicha fruta no era competitiva. Así lo recuerda Yerko Moreno, asesor vitivinícola y director del Centro Tecnológico de la Vid y del Vino de la Universidad de Talca, quien suma los problemas de nematodos o enfermedades de la madera, todos factores que llevaron a tomar la decisión del replante. Sin embargo, en ella existen una serie de aspectos a considerar, ¿Qué tienen que involucrar los nuevos diseños de viñedos?
LOS VIÑEDOS DEL FUTURO
Bajo las condiciones de replante uno de los principales problemas que se enfrentan son los nematodos. Por ello es que un nuevo diseño, bajo esta situación, requeriría del uso de un portainjerto resistente a esta problemática. Pero su elección depende de una serie de condiciones por lo que no existe uno ideal que se pueda recomendar.
“El uso de los portainjertos es altamente sitio específico, entonces no me atrevería a recomendar uno per se que sea para todas las condiciones. Aquellos que se utilicen en suelos de baja retención de humedad tienen que tener un grado de tolerancia al estrés hídrico importante y en ese sentido 110R y 1103 Paulsen son de los que han funcionado bastante bien. Por otro lado, un portainjerto como 101-14, que tiene menos tolerancia al estrés hídrico, ha funcionado bien bajo condiciones muy puntuales, orientadas específicamente a producir alta calidad”, explica Moreno.
Otro aspecto a considerar es la correcta decisión de la variedad que se va a cultivar, y en el caso de existir, cuál clon se va a utilizar. Ello, según consigna el experto, pensando que para una misma variedad existen clones que están orientados más bien en productividad y otros que permiten producir fruta de mejor calidad.
De esta manera, una vez que se define el portainjerto a utilizar y el clon o variedad, viene el proceso de estudiar el suelo, entendiendo, por ejemplo, los sectores con mayor o menor retención de humedad. Una vez establecido el viñedo ello permite un mejor control en cuanto a riego y manejo.
Hoy en día la agricultura cuenta con la necesidad de optimizar el uso de mano de obra, un aspecto del que la vitivinicultura no queda ajena. Por ello es que otro punto que consideran los nuevos viñedos pasa por maximizar las labores mecánicas, pensando que parte importante del costo anual de un viñedo corresponde a los trabajadores, pero también en que su disponibilidad es bastante baja.
Según un recuento que realiza Moreno, hoy se cuenta con maquinaria de cosecha, pre-poda, poda, chapoda, deshoje y de control de malezas en la sobre hilera. Pero es cosa de tiempo para que incorporen maquinarias que desbroten el tronco o el cordón frutal o que realicen enrejas en el caso de algunas espalderas, y así sucesivamente.
“Un viñedo moderno tiene que estar pensando en un calce perfecto entre el portainjerto, la variedad, el clon, el clima y el objetivo productivo. Eso te lleva a diseñar un sistema de mecanización que se ajuste a este calce que estaba buscando y además este sistema de conducción y de diseño del viñedo tiene necesariamente que adaptarse al más alto grado de mecanización posible. Los viñedos que estamos estableciendo hoy día vemos que tienen que durar 25 años más y en esa época el país va a ser completamente distinto en términos de las expectativas laborales, de la cantidad de gente que tenemos disponible en el campo, de la edad de las personas que trabajan, de los requerimientos ergonométricos; es decir, hay un montón de consideraciones que en quince o veinte años más van a hacer que si nosotros no nos anticipamos hoy día, los viñedos tengan dificultades tremendas para poder ser operados de manera correcta”, advierte el experto.
Todos estos aspectos son necesarios trabajarlos desde ya pensando en el viñedo del futuro, donde no sólo cobrará relevancia la productividad, sino que también la sustentabilidad.
MANEJO SUSTENTABLE
Un viñedo replantado con selecciones clonales limpias o al menos testeadas de las principales enfermedades o con ausencia de éstas, un viñedo injertado, bastante más productivo y más sano que los que tenemos hasta la fecha. Así es como Moreno observa los viñedos que vienen, donde también imagina un manejo sustentable.
“Creo que mantener los suelos vivos, disminuyendo el uso de herbicidas y racionalizar el uso de pesticida no van a ser la excepción sino la norma del manejo futuro. Ya hace algunos años, en muchos viñedos manejamos los suelos de una manera completamente distinta de la que lo hacíamos hace diez o quince años atrás. El subsolado, la aplicación de enmienda, la disminución de los herbicidas residuales, el trabajo con inter cepas; todo eso hace que el suelo se mantenga como un ambiente favorable para el crecimiento del sistema de raíces de la vid y aumenta la longevidad del viñedo”, comenta y aclara que los cambios en los sistemas de poda que se han implementado en los últimos años para hacer una labor más suave y que respete la conductividad de los haces vasculares de las plantas hacen que tenga la esperanza que los viñedos comiencen a durar más que los 25 años que han durado hasta la fecha.
Un plan de este tipo es el que precisamente lleva a cabo Viña Santa Rita en su campo más austral. Tras buscar un campo productivo y con suelos planos en Linares, Chillán e incluso más al sur, dieron con la zona de Cauquenes, donde compraron un campo de 250 hectáreas, de las que hoy hay plantadas alrededor de 130. ¿El objetivo? Establecer el primer campo 100% tecnificado pensando en el viñedo del futuro, es decir, que sea uno de especialización, productivo y que cuente con un potencial de variedades entretenidas. Así lo define Gerardo Leal, gerente de Viticultura de la Viña Santa Rita, quien agrega que se debieran ubicar en producciones que vayan entre las 20 o 25 toneladas por hectárea con su primera cosecha comercial en 2021.
Si bien hoy la tendencia de las viñas se inclina mayoritariamente a los programas de replante, esto demuestra que también tienen planes de adquirir nueva superficie. ¿Primará un proyecto por sobre otro o irán de la mano?
¿REPLANTE O MÁS SUPERFICIE?
Una empresa productora vitivinícola que necesita incrementar su suministro de uva tiene dos caminos: plantar más superficie o mejorar la productividad. Las inversiones que se han hecho hoy en día justamente están orientadas a mejorar la productividad de los viñedos.
Así lo explica Yerko Moreno, quien asegura estar convencido que Chile tiene más hectáreas de las que debiese por lo que los productores debiesen estar pensando en disminuir la superficie plantada. “Cuando replantas un viñedo que produce 3 o 4 toneladas y lo transformas en un viñedo que produce 12 o 14 toneladas de mejor calidad, obviamente tienes que plantar menos superficie. Creo que la superficie va a tender a disminuir en el tiempo por la mejora en la productividad y por las restricciones hídricas que tenemos hoy y a las que nos vamos a seguir enfrentando en los próximos años”, concluye.
En Viña Miguel Torres coinciden con la tendencia que existe hoy. Según indica Eduardo Jordán, enólogo de la empresa, en la actualidad los incentivos van por el lado de disminuir los costos de producción y conseguir los objetivos de cantidad de uva para cada calidad esperada de manera de mejorar las rentabilidades. “Es por esto que muchos se han dedicado a replantar y no seguir creciendo. En Miguel Torres estamos realizando replantaciones todos los años a una tasa del 2% anual y que esperamos aumente a un 4% en los próximos años. Pero en paralelo realizamos un aumento de superficie que comenzó el 2016 y que terminará este año con un total de 51 hectáreas adicionales, que representa un aumento del 19%. Esto se debe a que nuestros viñedos son manejados en forma orgánica, hemos aumentado mucho la venta de este tipo de vinos y no es posible encontrar en el mercado la cantidad de uvas que necesitamos con esta condición o no cuentan con la calidad requerida”.
Las viñas trabajan desde hace varios años en sus programas de replante. Se están adelantando al futuro para que en él este negocio pueda subsistir como uno productivo y de calidad. Para ello son necesarios algunos cambios. Las viñas lo saben y los implementan. Los viñedos del futuro ya se están formando.
Fuente: Mundo Agro