En medio del cambio climático, la sequía hídrica que vive Chile ha obligado a reformular los usos existentes y a pensar en alternativas sustentables, como aprovechar el agua de mar. ‘El agua es esencial para la vida, lo que significa que todas las actividades, tanto humanas como de la naturaleza, requieren de ella en distintas proporciones para que la vida pueda desarrollarse. Es esencial para todos los procesos metabólicos celulares, de los cuerpos vivos y, además, es esencial en innumerables procesos productivos —como la agricultura e industriales— que la requieren como elemento base para las reacciones físico-químicas que estas desarrollan’, explica Juan Carlos Cuchacovich, director de la Escuela de Ingeniería de la Universidad Central.
Este recurso natural cumple un rol clave en el aseguramiento de la salud humana y en el desarrollo económico, asegura Giovanni Calderón, director ejecutivo de la Agencia de Sustentabilidad y Cambio Climático (ASCC). ‘Más del 70% de los recursos hídricos en el mundo se usan para la producción de alimentos, por lo que una crisis del agua repercutirá en el abastecimiento de alimentos. En Chile, con la megasequía que está golpeando a varias regiones, tenemos una prueba fehaciente de los problemas que se generan por la falta de agua’, señala. Agrega que el agua es esencial para el desarrollo de las actividades económicas, especialmente para el sector agropecuario, que requiere de grandes cantidades del recurso para el riego de cultivos y para consumo del ganado. En tanto, para la industria es un recurso muy importante como materia prima, enfriante, solvente, agente de transporte y como fuente de energía; para el uso público, comercial y domiciliario, incluyendo los usos domésticos como beber y cocinar, y en los procesos mineros.
En este último caso —según la Comisión Chilena del Cobre (Cochilco) en su informe ‘Consumo de Agua en la Minería del Cobre al año 2018’—, el consumo de agua de origen continental llegó a 13,36 m3/seg, esto es 22% del total utilizado por el sector y 0,7% más que la demanda en 2017, y se debe principalmente al mayor tratamiento de minerales sulfurados. En el caso del agua de mar, el consumo llegó a 3,99 m3/seg, lo que corresponde al 6% del total demandado y a un incremento de 26% en relación con 2017, y el agua recirculada llegó a 44,87 m3/ seg, lo que implica 72% del total que demanda la industria minera. El informe determinó que la cantidad de mineral procesado aumentó alrededor de 7% entre 2017 y 2018, mientras que el consumo de agua continental solo lo hizo en 0,7%.
‘Por lo tanto, la magnitud de dicho aumento no es directamente proporcional a la cantidad de mineral procesado, al existir eficiencias en el uso del recurso’, afirma la analista de Estudios y Políticas Públicas Camila Montes, quien presentó los resultados. El vicepresidente ejecutivo (s) de Cochilco, Jorge Cantallopts, señala que ‘el agua es un factor crítico para la industria minera no solo como insumo esencial para la producción de cobre, sino por lo que significa en su relación con las comunidades aledañas a las faenas mineras. Y en ese sentido, las empresas deben seguir trabajando por hacer más eficiente el consumo de agua para lograr así legitimarse ante las comunidades’.
APORTE DE TECNOLOGÍAS
Según la Estrategia Nacional de Recursos Hídricos 2012-2025, el sector agrícola es el principal usuario de agua, con extracciones que alcanzan el 73%; en tanto, en la minería llega al 9%; los usos industriales al 12%, y 6% corresponde al consumo sanitario. Además, la hidroelectricidad registra el mayor uso no consuntivo del recurso. Por ello, la tecnología puede aportar a un mejor uso del agua. ‘En el último tiempo se han desarrollado innumerables tecnologías para el uso eficiente del agua en todas las industrias. Por ejemplo, hay una serie de alternativas para evitar la evaporación del agua, como instalar esferas en estanques expuestos.
También existen sistemas robóticos para el mantenimiento y reparación en tuberías. Para identificar fugas de cañerías se puede inyectar gases trazadores en el tramo a analizar’, afirma Calderón. Por otra parte, las empresas cuentan con la opción de implementar tecnologías y programas de gestión de pérdidas y presión en base a un sistema de medición por sensores y control inteligente autónomo para conservación de la presión requerida del sistema. ‘En la agricultura, se puede aplicar agua de riego, a través de suministros bajo la superficie del suelo, a bajo caudal, generalmente similar al sistema de riego por goteo, disminuyendo la evaporación. También es conocido como subirrigación o sistema de riego por goteo subsuperficial’, destaca Calderón.
Además, se pueden instalar techos en las plantaciones agrícolas de polietileno de baja densidad (LDPE), que evitan la pérdida de agua reteniendo la humedad en los cultivos. También se puede usar hidrogel en raíces para reducir el uso de agua en el riego. A nivel residencial existen dispositivos de control de temperatura para eficiencia en el consumo de agua caliente, aplicaciones móviles para la gestión eficiente de consumo de agua domiciliaria, y tecnologías fáciles de implementar, como unificar estanque y lavamanos. También el recambio de inodoros disminuye las pérdidas y hace un uso más eficiente del agua. Cuchacovich señala que hay que tener en cuenta el concepto de planificar teniendo en cuenta la vocación territorial del espacio que será intervenido.
Estas consideraciones hacen que se optimice el uso del agua de acuerdo a una planificación ambiental, agrícola y territorial. Complementariamente se han desarrollado innumerables tecnologías tendientes a optimizar el uso del agua. ‘En primer lugar, hay que considerar que las conducciones del agua por canales no infiltren, dado que existen muchos canales no recubiertos y que al atravesar distintos tipos de terreno generan gran infiltración, en forma similar que las tuberías no presenten roturas o pérdidas. Ya en el campo de riego, de acuerdo a los tipos de cultivo, se pueden utilizar distintos tipos de forma de aspersión de agua, de goteo, de cintas, etc., que hacen que uno pueda suministrar en forma precisa los requerimientos hídricos que las plantas necesitan’, asevera.
Fuente: La Segunda