EI maqui, la murtilla, el michay y el calafate, son algunos de los frutos endémicos que se producen en Chile y que tienen grandes perspectivas de desarrollo en el país, especialmente en la zona sur.
Según cifras del Catastro Frutícola realizado por el Centro de Información de Recursos Naturales, Ciren, con el apoyo de la Oficina de Estudios y Políticas Agrarias, Odepa, publicado en julio de este año, existen 34,5 hectáreas de frutos nativos a nivel nacional. Por ahora es el maqui el frutal que más hectáreas suma con 27,8 ha, de ellas 9 hectáreas están en la región de Los Lagos, 6,73 ha en O’Higgins, 4,2 ha en el Maule, 4,5 ha en La Araucanía y 2,9 ha en Nuble.
Según explica Tomás Lobos, ingeniero agrónomo, doctor en fruticultura y docente de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Austral de Chile la posibilidad de desarrollo de estos frutales es evidente; sin embargo, se requiere mayor investigación en torno a ellos.
“Posibilidades hay y habrán muchas, sobre todo si es que estas especies se logran domesticar y liberar variedades. Para esto se hace fundamental el trabajo colaborativo entre instituciones y entre las universidades-centros de investigación y productores”, precisa Tomás Lobos, organizador del IV Congreso de Berries de Chile en la ciudad de Valdivia dónde también se analizó este tema.
Opinión que es compartida por el doctor Iván Maureira B., director del Instituto de Producción y Sanidad Vegetal de la misma facultad. El investigador enfatiza que los berries nativos, por su condición, están adaptados a las condiciones del sur de Chile, y son claramente una alternativa productiva para la industria alimentaria de la zona. Sin embargo, su situación de semidomesticación, o no domesticación en varios casos, señala que son necesarios varios desarrollos, tanto agronómicos como genéticos, para transformarlos en una alternativa válida y permanente en el tiempo.
Ejemplos de lo anterior -explica el investigador- son el desarrollo de paquetes tecnológicos que aseguren rendimientos bajo un concepto de sustentabilidad, generación variedades comerciales de fácil cosecha, resistencia a patógenos, mejor post-cosecha.
“En desafío no es menor, sobre todo si consideramos las nuevas problemáticas asociadas al cambio climático. El IPSV está dedicado a generar soluciones en estos ámbitos, a través de proyectos de investigación y asociaciones directas con productores e industria”, dice.
ATRACTIVO
El doctor Tomás Lobos recalca que por el momento el mayor atractivo para arriesgarse con estos cultivos son sus propiedades como alimentos funcionales, sobre todo si se habla de especies de berries nativos tal como sucede con las especies introducidas.
“Los mercados en la actualidad son empresas farmacéuticas e industrias de procesados. Será interesante ver como en el futuro estos frutos se vendan masivamente en su estado fresco en el mercado nacional”.
En este contexto, añade el doctor Maureira, que el hecho de ser nativos les otorga una condición singular frente a otros berries, confiriéndole una ventaja comparativa. Sin embargo, deben asegurarse calidades de fruto, sobre todo si el destino es consumo fresco. Usualmente se les relaciona con contenidos altos de antioxidantes y otros metabolitos secundarios, los cuales son comúnmente asociados con propiedades funcionales.
“Lo anterior es sin duda un gran nicho para la generación de productos con valor agregado, pero nuevamente señala la necesidad de generar información que compruebe dichas propiedades. Lo anterior, especialmente si el mercado objetivo es el farmacéutico o cosmético”, afirma.
MEJORES PROYECCIONES
De los los frutos nativos los berries llevan la delantera y mayor desarrollo con especies como la murtilla, maqui y frutilla chilena. Además explica Lobos hay mucho interés y trabajo adelantado con el calafate.
El chaura, conocido como el arándano chileno – fruta que puede ser rosada, blanca o roja según las características del suelo en el cual es cultivado y crece desde Santiago a Magallanes, también se presenta como una interesante alternativa, dice el investigador.
Para Maureira, probablemente, el maqui es el berrie nativo con mayores proyecciones, dado los esfuerzos públicos y privados para transformarlo en una alternativa comercialmente viable y permanente.
“Hasta hace poco, la mayoría de la proyección provenía de recolecciones realizadas en sitios naturales, en donde el tipo de cosecha (desgaje de ramas) causaba importantes daños a la planta. Hoy, un numero interesante de esfuerzos comienzan a generar los primeros tipos cultivados, entiendo que aun queda mucho camino por recorrer”.
El investigador sostiene que el resto de los berries nativos se encuentran en un asiento todavía más atrás en términos de domesticación de variedades cultivadas -a excepción de la murtilla-, pero existe gran entusiasmo e iniciativas por avanzar rápido en especies como el calafate o michay.
Para dar el paso y atreverse a cultivar. Tomás Lobos es enfático es necesario considerar la adaptación a condiciones edafoclimáticas y tener un comprador seguro, “ojalá bajo contrato, aunque la cantidad que se compre sea pequeña al principio a la hora de arriesgarse con la producción de estos frutales”, concluye.
Fuente: La Estrella El Diario de Chiloé