En 2003, cuando el enólogo Sven Bruchfeld inició las plantaciones de la viña Polkura junto a su socio Gonzalo Muñoz en la zona de Marchigüe, en la Región de O’Higgins, sabía que el agua no era abundante, pero nunca proyectó llegar a un escenario tan negativo como el actual.
A pesar de contar con derechos de agua de un estero, de haber construido un pozo profundo y dos tranques en el campo de 110 hectáreas donde se ubica el viñedo de 30 hectáreas, este año prácticamente no tiene agua: el estero casi no lleva, el pozo tiene el 10% del volumen que entregaba hace diez años y no pudo llenar ni siquiera uno de los tranques, por lo que se vio obligado a arrancar cinco hectáreas de parras.
Se trata de un viñedo joven, donde producía uvas cabernet sauvignon de alta calidad que vendía a otras empresas, pero por la falta de agua no llegaba a niveles de producción rentables.
‘Gran parte de nuestras uvas las hacemos vino y embotellamos, por lo que en el corto plazo no nos afecta tanto el menor rendimiento en términos económicos. Pero en el caso de las uvas que vendemos, ni siquiera estando entre las más caras de Chile logramos que sean rentables’, afirma Sven Bruchfeld.
Pero no le basta con reducir la superficie. Para enfrentar la menor disponibilidad del recurso hídrico, afina el sistema de riego por goteo, instala coberturas con mulch para tener menos evaporación y seca parcialmente las raíces de las vides, y así busca ser capaz de esperar la construcción de canales de distribución de las aguas del embalse Convento Viejo, que deberían estar listos en un plazo de tres a cuatro años, para evitar el arranque de más hectáreas.
‘Si esa agua no llega, me atrevo a decir que la agricultura en esta zona dejará de ser sustentable. Yo tengo entre 40 y 50 hectáreas más de calidad premium que podría plantar, pero no puedo hacer nada debido exclusivamente al factor del agua’, advierte. Añade que varios vecinos también están arrancando parte de sus viñedos.
El caso de Sven Bruchfeld es un reflejo del impacto más profundo de la sequía actual en las inversiones del sector agrícola, donde los productores no solo no pueden crecer debido a la falta de agua, sino que incluso algunos han tenido que retrasar sus plantaciones.
Aun más, el factor hídrico se ha convertido en el punto principal en la evaluación de nuevos proyectos por parte de los propios agricultores, bancos y fondos de inversión, especialmente en regiones de la zona central, donde hace algunos años no era tan determinante. Hoy es la causa de que varios no se puedan concretar.
Evaluar según el agua
‘El estudio del factor agua en los proyectos hoy está siendo más relevante en zonas donde antiguamente no se hacía. El norte siempre ha estado preocupado de esto, pero hoy tenemos que ponerle más atención en la zona metropolitana, en Aconcagua y en las regiones de O’Higgins y Maule, que es donde está pegando más fuerte la sequía’, asegura Felipe Ibáñez, gerente del sector agroindustrias y alimentos del banco Bice.
En ese sentido, explica que desde la banca están estudiando en forma más detallada si los empresarios tienen los suficientes resguardos en cuanto a la disponibilidad de agua, como contar con recursos alternativos a las principales fuentes de abastecimiento y, casi como un estándar básico, que cuenten con riego tecnificado.
‘En el sur, en regiones como Los Lagos, antes ni se preguntaba por los derechos de agua de los productores, pero hoy es algo que sí se considera y a lo que hay que darle más atención’, añade Felipe Ibáñez.
Pese a este cambio, resalta que la sequía y un eventual escenario con menor disponibilidad de agua, más que provocar una caída en los proyectos de inversión, se ha traducido en una elaboración y evaluación más acuciosa de los proyectos.
Una mirada similar tiene José Miguel Fernández, socio fundador de la administradora de fondos de inversiones agrícolas Sembrador, quien plantea que se deben utilizar las distintas herramientas disponibles para resolver la escasez de agua, y así permitir que la agricultura se siga desarrollando a mediano y largo plazo.
‘Hay tecnologías que no se están usando, porque hasta ahora no las habíamos necesitado, pero si las implementamos van a dar una buena respuesta. Nosotros hemos tomado medidas y de alguna manera nos han permitido sortear el escenario de mayor escasez en las distintas unidades productivas’, afirma.
En cuanto a la mirada de los inversionistas extranjeros sobre la sequía actual y un panorama con menor disponibilidad de agua, el CEO de Sembrador comenta que sí es un tema por el cual preguntan y que les preocupa, pero que no ha generado un impacto sobre las decisiones de inversión.
‘No hemos descartado zonas para crecer por el factor del agua, pero sí estamos poniendo un énfasis mayor en entender la realidad de cada lugar y cómo puede afectar en el largo plazo la disponibilidad de agua. Es un tema que tenemos presente y que quizás antes no mirábamos con la misma profundidad. Es la variable que hoy está en el top de la lista’, dice José Miguel Fernández.
Desde InvestChile, el organismo público que promueve a Chile como destino para la inversión extranjera directa, coinciden en que la sequía no ha afectado a los proyectos del sector que tienen en cartera, y añaden que para los inversionistas incluso resultan atractivos los incentivos para la tecnificación del riego que ofrece en el país la Comisión Nacional de Riego.
‘La sequía ha abierto la puerta para que empresas del sector Agtech lleguen a Chile queriendo desarrollar negocios. Por ejemplo, traen soluciones a la eficiencia de riego, como el caso de la empresa argentina Kilimo, que comenzó a operar en 2018 y hoy está expandiendo su inversión en Chile’, comenta Cristián Rodríguez, director de InvestChile.
Más movimiento hacia el sur
El presidente de Fedefruta, Jorge Valenzuela, estaba listo para plantar un huerto de 20 hectáreas de cerezos este invierno en Rengo, pero tomó la decisión de detener la inversión hasta tener más certeza sobre la disponibilidad de agua y construir un pozo para asegurar este recurso.
‘Las plantas ya las compré y las estoy criando en un vivero más grande, para que crezcan, y mientras tanto estoy avanzando en la inscripción de los pozos’, afirma.
La sequía también lo ha afectado en su rol de socio del vivero Nueva Vid, donde asegura que este año el 20% de los clientes que tenían plantas de vides compradas decidieron no plantarlas por problemas de agua. De ellos, dice que la mitad optó por cancelar el proyecto que tenían y la otra esperará hasta el próximo año, sobre todo en el valle del Aconcagua.
‘Ese 20% de mis clientes que no van a plantar corresponden a unas 400 hectáreas de vides, de las cuales la mayoría son renovaciones de variedades’, detalla Jorge Valenzuela.
Pese a esto, en la asociación gremial Viveros de Chile aseguran que es una situación puntual y que hasta ahora las empresas no han informado que existan devoluciones de plantas ni cancelaciones de proyectos, pero sí admiten que las ventas de plantas han estado más lentas este año.
‘También hemos visto que en los últimos años, en forma sostenida, la producción frutal se ha ido corriendo al sur, y eso lo atribuimos al tema de la sequía. Eso nos llama la atención, porque especies como los cítricos, paltos y frutales de nuez como los almendros antes no se plantaban tan al sur, y hoy ya existen ensayos hasta Temuco y Valdivia’, comenta el presidente de la Asociación de Viveros, Jorge Nanjarí.
Como socio del vivero Sunnyridge —especializado en arándanos y almendros—, añade que la mayor concentración de sus clientes se ha movido en los últimos años desde la Región Metropolitana a Santa Cruz, lo que los ha obligado a adaptarse.
‘El cambio climático genera desventajas en algunas zonas, pero también abre oportunidades en otras, y nos hemos ido adaptando a eso. En los arándanos comenzamos a ofrecer las mismas variedades más al sur y en almendros trajimos genética adaptada para riegos deficitarios desde España’, detalla.
Aconcagua complicado
Aunque se están desarrollando zonas nuevas para la producción de paltas —uno de los frutales que consume más agua, entre otras cosas porque su hoja es perenne—, las plantaciones tradicionales en el valle del Aconcagua se han visto afectadas por la menor disponibilidad de agua desde hace al menos cinco años, lo que se ha vuelto crítico este año.
Luis León representa a la tercera generación de su familia dedicada a la agricultura en la localidad de San Pablo, en Quillota, donde produce paltas. Allí tenía un huerto de 26 hectáreas, que en 2014 redujo a 15 hectáreas por la falta de agua, y que hace algunos meses volvió a reducir, para quedarse solo con nueve hectáreas.
‘Tenemos un sistema de riego muy tecnificado y un tranque, pero no es suficiente… Tuvimos que rebajar el huerto, esperar que en algunos años más vuelva a crecer para cosechar y, en ese momento, rebajar otra parte, y mantenernos en esa rotación, teniendo solo un máximo de nueve hectáreas produciendo’, explica.
También comenta que sus vecinos decidieron cerrar y lotear el campo, ya que la situación se repite en buena parte de los productores de la tercera sección del río Aconcagua, donde la mayoría ya ha realizado inversiones para optimizar el uso del agua, pero no tiene el recurso.
‘La inversión que hoy estoy haciendo se enfoca en soportar el rebaje de los paltos, en vez de estar aumentando mi producción o creciendo en superficie… Podría plantar cítricos o flores, pero también necesitan agua. Y si yo tuviera el agua, volvería a recuperar mis 26 hectáreas originales’, afirma Luis León.
Cultivos anuales se ajustan
Los productores afirman que el efecto más inmediato de la sequía se podrá observar en las siembras y cosechas de los cultivos anuales tardíos que se desarrollan en las regiones más afectadas este año, especialmente en O’Higgins y Maule, los que deben contar con riego durante los meses de verano.
‘Este año, todas las empresas semilleras se han venido desde la zona de Rancagua y Rengo al sur del Maule, pero hemos llamado a los productores a tener precaución, ya que también tendremos restricciones en el riego esta temporada’, afirma Carlos Diez, presidente de la Junta de Vigilancia del río Maule.
En el caso del arroz, que se cultiva en esa zona y tiene una demanda alta de agua, estima que las siembras cayeron entre 20% y 25% respecto de un año normal, mientras que en otras especies que se deben regar durante febrero, marzo y abril, como la remolacha, cree que los rendimientos pueden verse afectados.
Fuente: El Mercurio