Rodrigo Viñambres está a punto de aumentar su apuesta. Con la llegada del invierno va a plantar 90 hectáreas de avellanos. Una vez que la última planta esté en la tierra, sumará 488 hectáreas de la especie, entre huertos ubicados en Camarico y San Rafael, en la Región del Maule.
“Valoro que es un cultivo rentable y mecanizable. Además, requiere de una inversión mucho menor que las cerezas”, argumenta Viñambres.
Explica que a la fecha lleva cerca del 70% de avance de la cosecha 2019 y que hasta ahora su evaluación es positiva. Su producción es alta, en parte por las mejoras en las prácticas agrícolas, como también por un año benigno en términos climáticos.
Viñambres es parte de un grupo creciente de agricultores que apuesta por este fruto seco.
Se estima que este año la superficie plantada de avellanos ya ronda las 24.000 hectáreas, con un ritmo de crecimiento de cerca de 3.000 hectáreas anuales.
Hasta ahora la demanda de la chocolatera Ferrero, a través de su brazo local AgriChile, había sido el puntal del negocio.
Sin embargo, este año hay novedades que se vislumbran como positivas: Balsu, la segunda procesadora de avellanos de Turquía, se instaló con un proyecto agrícola cercano a las 100 hectáreas en Chile. Por el momento, eso sí, se concentran en la parte productiva, pues han anunciado que prefieren conocer más la realidad del país antes de profundizar sus inversiones.
También es una señal positiva la apertura sanitaria en China lograda el año pasado para las avellanas sin cáscaras chilenas. Ferrero instaló una planta chocolatera en ese país, lo que puede generar una demanda interesante para el producto chileno. Eso sí, en el gigante asiático el consumo como snack todavía está en pañales, lo que frena el consumo de fruta importada por el momento.
Andrés Reyes, dueño de AgroReyes, empresa asesora y viverista, resume la actual situación del avellano. “No es solo un boom , sino que llegó para quedarse. Es un rubro que va por buen camino”.
No solo las perspectivas de largo plazo son positivas. También la actual temporada viene con perspectivas interesantes, mejores de las que se pensaban hace un par de meses.
Se recupera Turquía
La vida no está fácil en Turquía por estos días.
La lira turca cayó el año pasado y la actividad económica roza el estancamiento. El país euroasiático, por lejos, es el mayor productor mundial de avellanas. El complicado escenario potenció una tendencia a la baja en los precios del fruto seco.
Para los productores chilenos, lo que sucede en Turquía es vital.
AgriChile estableció que el precio a pagar a los agricultores se calcula en referencia a los valores de transacciones públicas en ese país entre septiembre y febrero.
Los primeros cuatro meses de ese período estuvieron a la baja. La llegada de 2019, sin embargo, activó los precios y elevó el valor promedio en Turquía.
Traducido a plata en el bolsillo para los agricultores, la variedad giffoni -la más apetecida- llegó a US$ 3 por kilo. El año pasado estuvo en US$ 3,45 por kilo.
En el caso de la barcelona y las variedades polinizantes, se ha ofrecido US$ 2,24 por kilo. En tanto, la yamhill, parte del grupo de “variedades americanas”, llegó a US$ 2,7 por kilo.
Aunque los precios son menores a los de la última temporada, en el rubro relativizan la caída.
“El dólar está más alto que el año pasado, por lo que en la plata que entra al productor la baja es mucho menor. La baja no es más de 4% a 5%”, afirma Rodrigo Viñambres.
Para Jaime Armengolli, dueño de agrícola La Campana, a diferencia de las nueces, que han pasado por períodos de altos precios, las avellanas se mantienen más estables.
“El valor de las avellanas este año está en el rango de un horizonte normal de precios”, afirma el empresario.
Buena producción
“Las condiciones de producción han sido buenas esta temporada”, sostiene Andrés Reyes.
Para el asesor y viverista, este año el potencial de cosecha de Chile debería moverse entre las 27.000 y 28.000 toneladas. En términos comparativos representa cerca de 20% de aumento respecto de la producción nacional de 2018.
En el buen año productivo contribuyó que no se produjeran heladas en invierno ni primavera. También fue clave la ausencia de lluvias y de humedades muy altas durante la polinización. Al contacto con agua, el polen se vuelve más pesado y su vuelo es más corto. De hecho, el avellano es uno de los cultivos más sensibles a problemas de polinización.
Rodrigo Viñambres considera importante que cada año se sume más experiencia agronómica. Al ser un cultivo con historia muy corta en el país, todavía el conocimiento sobre la producción está en pleno desarrollo.
Viñambres estima, por ejemplo, que este año tendrá 10% de mayor producción. Una parte es responsabilidad del clima benigno, sin embargo, cree que una parte importante de la mejora también pasa porque han comenzado a entender mejor las necesidades de riego de los avellanos.
Se estima que el promedio de producción en Chile está en torno a los 3.500 kilos por hectárea, pero ya hay experiencias de huertos que superan sin problemas los 4.000 kilos y con potencial de seguir aumentando su productividad.
“Como país vamos por buen camino en la producción. Nos falta para llegar a la madurez, pero cada vez se está generando más conocimiento, se está generando información fresca”, afirma Andrés Reyes.
Jaime Armengolli agrega que Chile parte de una base superior a sus competidores.
“El mercado reconoce que acá se produce avellanas de calidad superior”, sostiene el empresario.
Fuente: Revista del Campo