Carolina Zunino duplicó sus preocupaciones este año. La productora de nueces de María Pinto, Región Metropolitana, esta temporada dejó atrás la costumbre de hacer una gran pasada con sus máquinas cosechadoras. A partir de ahora las vibradoras remecerán los nogales dos veces para hacer caer los frutos. Coordinar un trabajo así en 243 hectáreas implica un esfuerzo no menor. Sin embargo, Zunino cree que ese trabajo extra es vital para sobrevivir en el negocio de las nueces.
La primera vez que pasa la máquina vibradora, los nogales se remecen suavemente. El objetivo es sacar solo las nueces que están listas, de esa manera se logra evitar que se oscurezcan las que ya están maduras. El color claro es un elemento bien valorado por los compradores. Para acentuar ese elemento, comenzó a cosechar antes de lo usual.
La cosecha en dos tandas no es el único cambio productivo de Zunino.
En la campaña actual, además, optó por podas más intensas que las tradicionales. Con un menor número de nueces por árbol, espera que los frutos de este año sean más grandes.
“Con precios ajustados como los actuales hay que asegurar la calidad de las nueces. Si no trabajas de esa forma arriesgas tus resultados”, advierte Claudia Zunino.
Las medidas son para responder a una temporada 2018-2019 que está marcada por el brusco cambio de escenario comercial del año pasado.
Tras casi una década de altos precios, en 2018 los valores se fueron a pique. La temporada pasada partió con precios de exportación que rondaban los US$ 4 por kilo. A mediados de año, la baja recién encontró un piso en torno a los US$ 2 por kilo.
Con el cambio de año, finalmente, los precios mostraron un rebote, aliviando la espera de la nueva cosecha chilena.
“En términos de precios, estamos ante un mercado que muestra una recuperación sin que sea muy llamativa. En cuanto al aspecto productivo, se ve bien y con nueces de buena calidad, similar a lo que sucedió el año pasado”, sostiene Juan Luis Vial, productor con 200 hectáreas en Requínoa, Región de O’Higgins.
En el nuevo escenario, los productores han comenzado a replantear el manejo de sus huertos apuntando a calidades mejores para escaparse de los bajos precios.
En palabras simples, la búsqueda de colores claros y frutos de calibre superior a 30 milímetros son la nueva base para mantenerse en el negocio.
Las exportadoras también han tenido que adaptarse.
Un número importante sufrió pérdidas en la temporada 2017-2018, pues ofrecieron un mínimo garantizado alto y luego los precios se desplomaron, dejando a algunas con serios problemas financieros.
Uno de los corolarios del complicado momento fue que en la actual temporada son pocas las exportadoras que salieron a ofrecer mínimos garantizados. Si lo hicieron, el precio era muy bajo para evitar volver a exponerse.
Fuente: Revista del Campo