En el marco de un proyecto chileno – australiano se encontró una alfalfa tolerante a estrés hídrico, se trata de la variedad Sardi Grazer, alfalfa seleccionada de origen australiano con introgresiones provenientes de alfalfas nativas o naturalizadas de Afganistán y de Irán.
El Dr. Ovalle explica que la variedad Sardi Grazer, se adapta muy bien en zonas de secano del país, cuyos ambientes presentan condiciones de severo estrés, provocado por las condiciones de escasez de agua, suelos con baja fertilidad y altamente erosionados. “Estamos seguros que estas alfalfas además del secano costero mediterráneo de nuestro país, van a andar bastante bien en determinadas áreas del país que tienen condiciones de sequía, como, por ejemplo, la Provincia de Petorca”, señaló.
Se eligió en Chile ya que mostró buen comportamiento durante la realización de los ensayos, en la que destacan su capacidad para soportar condiciones de sequía en ambientes mediterráneos y su tolerancia al pastoreo, además, soporta el pisoteo y el consumo directo de los animales.
Se tienen altas expectativas de lo que resulte en el proceso de adopción de esta variedad. Sin embargo, existen otras variedades que también formaron parte del proceso de selección y que ofrecen altas expectativas debido a su evolución natural y a la selección pasiva a la sequía, salinidad y tolerancia al pastoreo, “el potencial del germoplasma de cultivos silvestres para mejorar la tolerancia a la sequía en la alfalfa es muy alta y posee condiciones ideales de adaptación al estrés hídrico”, destaca Ovalle.
Después de varias temporadas de evaluación las variedades WL 903 HQ, SardiI Ten y otras alfalfas de corta dormancia, fueron establecidas en ambientes reales del secano interior para su validación a través de unidades demostrativas tanto en predios de los productores como en el Centro Experimental INIA Cauquenes, en la zona del secano interior de la región del Maule, “la idea de hacer una validación es promover el cultivo de alfalfa como alternativa forrajera de alta calidad nutritiva y adaptada a las condiciones de la zona, entre los pequeños y medianos agricultores del secano”, indicó Ovalle.
Durante el proceso, el equipo de investigación realizó una colecta de alrededor de 70 ecotipos, todos materiales genéticos provenientes de diversos ecosistemas del mundo que presentan problemas severos de cambio climático y sequía, por ejemplo, Kazakstán, Mongolia Interior, sur de Australia, China y norte de Chile. En nuestro país se realizaron colectas en Azapa, Camarones, San Pedro de Atacama y La Serena, Norte grande y Norte chico. También se hizo un esfuerzo de colectar ecotipos magallánicos, resistentes a bajas temperaturas y vientos. Destaca el caso de las alfalfas Alta Sierra, las que fueron traídas por los españoles en la Colonia, estableciéndose en los valles del desierto y zonas del altiplano.
Como parte del proyecto, durante 2019 se entregará una muestra de semilla de la variedad de alfalfa, libre de costo, a productores entre las regiones VI, VII, VIII y IX, para cultivar en condiciones de secano, a través de un plan de transferencia tecnológica del INIA, principalmente a los beneficiarios del Indap, con quienes se trabaja en un programa de seguimiento y extensionismo, abarcando desde el establecimiento de la semilla, desarrollo y cosecha en sus predios.
Adicionalmente, se está trabajando en generar boletines y fichas técnicas para dar a conocer el manejo correcto agronómico del establecimiento como preparación de suelo, época de siembra, dosis de semilla, control de malezas, fertilización y las limitaciones que tiene el cultivo, por ejemplo, que los suelos no tengan exceso de humedad en invierno, pues la alfalfa no prospera en esas condiciones.
El programa tiene planeado, más adelante, ampliar la base genética y poder continuar con otras introgresiones que permita enfrentar los retos del futuro. “En el proyecto futuro se considera la producción o mejoramiento de nuevos híbridos desarrollados con Medicago sativa(alfalfa) y Medicago falcata, entre otras especies de alfalfas”, indicó Ovalle.
La investigación se desarrolla en el marco de la iniciativa que se está ejecutando (2018 – 2021) “Estudio del potencial de germoplasma nativo de Alfalfa, para mejorar la tolerancia a estrés hídrico” (Subcontract for the perfomance of services between Minister for Agriculture, Food and INIA) y es la continuación del primer proyecto “Uso de cultivos naturales o ancestrales para el desarrollo de cultivares de alfalfas tolerantes al estrés hídrico y su extensión a agricultores de subsistencia en Kazakstán, China y Chile” ejecutado por el INIA y el gobierno de Australia a través del Ministerio de Agricultura de Australia) y financiado por Global Crop Diversity Trust, institución sin fin de lucro cuyo trabajo es preservar la diversidad de los cultivos en orden a proteger la seguridad alimentaria global.
El trabajo lo lleva a cabo un equipo de científicos del Instituto de Investigaciones Agropecuarias INIA con el financiamiento del Ministerio de Agricultura de Australia. En Chile, esta iniciativa es liderada por el Dr. Carlos Ovalle y el Dr. Alan Humphries como coordinador general. El equipo del INIA lo integran Viviana Barahona, Teresa Aravena, José Cares, Soledad Espinoza y Luis Inostroza. Participan, además, científicos de las Universidades de Talca, y de Concepción, como también, investigadores de Kazajstán, Mongolia Interior y Australia a través del Instituto de Investigación y Desarrollo de Australia.
La alfalfa
La alfalfa es un cultivo forrajero importante y ampliamente adaptado que se siembra para heno, pastoreo y ensilaje en más de 80 países alrededor del mundo en 35 millones de hectáreas. La alfalfa posee un profundo sistema radicular que puede alcanzar hasta 5 m de longitud, una raíz pivotante principal muy desarrollada que le permite obtener agua en estratas inferiores de suelo, y muchas raíces secundarias, por lo cual resiste bastante bien la sequía al tener raíces con un gran campo de acción.
La principal ventaja de trabajar con alfalfas en secano, es la posibilidad de prolongar el período de crecimiento por lo menos 50 a 60 días dado que la alfalfa crece en base a las reservas de agua que hay en el perfil del suelo, lo que no pueden realizar las especies anuales que poseen raíces muy superficiales.
Además, la alfalfa subsiste varios meses de sequía, y al recibir las lluvias de otoño e invierno, rebrota desde su corona, que es una estructura de reserva de la planta, produciendo gran cantidad de tallos y hojas.
La alfalfa posee un ciclo determinado, por lo que hay que respetar los períodos de rezago. Se deja descansar entre 30, 40 o 50 días, dependiendo la estación del año, en zonas de riego, la alfalfa puede dar hasta 6 cortes. Puede crecer entre 60 y 70 cms. de altura y “necesita períodos de corte y reposo para volver a crecer, hacer sus reservas en la corona y a partir de esas reservas de carbohidratos volver a crecer”, explica el Dr. Ovalle.
Fuente: Mundo Agro