Uno de los mayores riesgos que enfrentan los huertos de pomáceas, especialmente en momentos de altas temperaturas, es la presencia de diversas especies de arañitas que pueden afectar gravemente la fisiología de la planta y, con ello, su futura producción.
Según el entomólogo Roberto Trincado, quien ha estudiado a estos ácaros por más de 30 años, estos seres causan daño directo a los cultivos por su condición de fitófagos, es decir, succionadores de savia.
Dado que su presencia, especialmente si es en número importante, puede afectar la producción y, por lo mismo, los resultados económicos de un campo, resulta clave realizar un control adecuado y a tiempo.
Una alternativa para ello es realizar un manejo integrado de plagas, el cual no solo permite proteger y aprovechar la presencia de los enemigos naturales de las arañitas —tanto ácaros como insectos depredadores— sino que ayuda a minimizar el uso de productos químicos.
Si bien existen diversos tipos de arañitas, las de mayor impacto en pomáceas en el país son la roja europea (Panochychus ulmi), bimaculada (Tetranychus urticae) y la parda de los frutales (Bryobia rubrioculus).
Tanto la roja europea como la parda se suelen ubicar en el haz de la hoja, mientras que la bimaculada lo hace en el envés.
Trincado explica que cuando la población de ácaros se expande y comienza a dañar al frutal, los primeros síntomas que se presentan son punteados cloróticos (amarillo) en las hojas y deshidratación.
En casos de ataques extremos por parte de la bimaculada y roja sobre el peral europeo (ver recuadro), se pueden observar manchas necróticas (negras) y cambios en la forma de las hojas. Todo esto puede generar que la productividad del cultivar se vea gravemente perjudicada.
Para no llegar a tal punto, lo recomendable es evitar que haya más de quince arañitas por hoja en los manzanos, mientras que en los perales el número no debería ser superior a cuatro.
El problema es que “no solo son muy pequeños y difíciles de ver a simple vista, sino que también son extraordinariamente prolíficos, pudiendo desarrollar enormes poblaciones en corto tiempo, incluso centenares por hoja, antes de que alguien se percate”, indica Trincado.
En este punto el manejo integrado, que aparte de las arañitas considera todo el contexto fitosanitario del cultivo, puede ser una alternativa que permita no llegar a esos niveles, pero para obtener resultados óptimos su aplicación debe realizarse adecuadamente.
Monitoreo anticipado
El primer paso para realizar un manejo integrado exitoso radica en evitar el uso de pesticidas de amplio expectro que dañen a la fauna benéfica y luego hacer un monitoreo constante del huerto en busca de ácaros que puedan representar un peligro para el árbol y su producción.
Isabel del Real, docente e investigadora del laboratorio de Zoología de la Escuela de Agronomía de la Universidad Mayor, comenta que “una posibilidad es realizar el monitoreo en terreno donde se busquen tanto ácaros fitófagos como sus enemigos naturales e ir analizando las hojas de forma individual, mientras que la otra opción es extraer hojas y llevarlas a un laboratorio”, asegura.
Según la docente de la Universidad Mayor, la segunda opción permite revisar las hojas con lupa estereoscópica, y así distinguir diferentes especies de arañitas y de enemigos naturales, contabilizando cada especie y sus diferentes estados de desarrollo con mayor precisión.
Del Real también especifica que se puede monitorear la presencia de la arañita roja europea en los meses de invierno, debido a que esta hiberna como huevo sobre ramas o ramillas en los huertos.
“En este caso, el monitoreo se debe realizar sí o sí en terreno, pero cuando ya la temporada avanza, sobre todo terminando la primavera y durante el verano, será posible que el agricultor escoja entre el terreno o el laboratorio”, complementa.
En este sentido, una de las recomendaciones es realizar monitoreos cada 15 días durante la primavera y, cuando resten entre tres a cuatro semanas para la cosecha, el monitoreo tendrá que ser semanal debido a que la arañita roja europea puede tener hasta siete generaciones en una sola temporada, en tanto la bimaculada puede llegar a las diez generaciones si se registran altas temperaturas –para ambas, lo ideal para su desarrollo son 29°C– y bajas humedades relativas –cercanas al 30%–.
Fuente: Revista del Campo