En un inicio, como toda novedad, la remolacha forrajera en el sur chileno fue sólo para los más audaces. El inconsciente colectivo vinculaba a la remolacha con la producción de azúcar. La experiencia con otras brassicas, como el nabo, hizo que fuera más fácil comprender la forma en que los animales debían ingerirla, algo tan distinto de las pasturas o los granos. Aun así requirió de un largo proceso de adaptación. Pero cada vez con mayor ímpetu, ante la necesidad vital que hoy día tienen ganaderos y lecheros de ser más competitivos, todo el conocimiento técnico que se había ganado con la producción de remolacha azucarera sumado al esfuerzo por capacitar agricultores y asesores se está volcando hacia una expansión de este cultivo.
Pese a que hoy es marginal en términos de hectáreas, el avance en predios como el Fundo Futahuente (foto), de Manuel Grob, en la comuna de Rio Bueno, XIV Región, puede ser la punta de lanza para una tendencia que en algún momento represente una alternativa significante de forraje suplementario de invierno para ganado de leche y carne.
Fuente: Mundo Agro