Calificadas como “la parte triste del cultivo”, las enfermedades que afectan a los arándanos son diversas y pueden manifestarse en cualquier momento: apenas se realiza el contagio o días, meses y hasta años después. En ese contexto, el manejo del huerto es clave para mantenerlas a raya o controlarlas, si es que se manifiestan.
El problema es que cada variedad tiene distintas sensibilidades, dependiendo del patógeno, del clima del lugar en que se encuentre la plantación -temperatura y humedad relativa- y de sus factores genéticos.
Enfermedades de poscosecha
Según Andrés France, fitopatólogo, consultor internacional e investigador del INIA Quilamapu, las enfermedades que han tendido a concentrar la atención de los productores de esta especie en los últimos años son principalmente las de poscosecha.
Una de las que aparece en esta etapa es la pudrición grisácea, enfermedad causada por Stemphylium , que no siempre es fácil de identificar, ya que es muy similar a Botrytis, lo que lleva a que para poder saber de cuál se trata es necesario el laboratorio o utilizar lentes con aumento.
Entre los lugares que favorecen la presencia y proliferación de la pudrición grisásea, destacan los que están en zonas con coberturas a base de trébol o leguminosas, ya que la enfermedad tiene una predilección por atacar a leguminosas y malezas de hoja ancha. Entonces, si cerca de la plantación de arándanos hay cultivos de alfafa contaminada aumenta su presencia, la que se nota cuando comienza a desarrollar micelios de color plomizo a verde oliva.
En el caso del plateado -enfermedad causada por Chondrostereum purpureum-, su identificación se centra en buscar una coloración plomiza a plateada en las hojas, intensificada en las zonas superiores, donde sus epidermis se desprenderán con facilidad, lo que derivará en la exposición del mesófilo que estará sano, pero que a causa de la luz solar, terminará con lesiones de carácter necrótico. Así, si no se le aplica ningún tratamiento, el arándano podría morir entre tres y cuatro temporadas después de la manifestación de la enfermedad.
En Oregon, Estados Unidos, por ejemplo, el plateado ha atacado de manera importante a variedades nuevas como Top Shelf o Blue Ribbon, las cuales son altamente sensibles. En Chile, las variedades más susceptibles son Duke, Brigitta, Bluecrop, Liberty, Drapper, Corona, Misty y Blueheaven.
Las heridas en la madera, como las producidas por la poda, son la vía de transmisión del hongo, sobre todo en otoño e invierno, que es cuando los basidiocarpos (cuerpos frutales del hongo) liberan esporas que son diseminadas por el viento. Estos cuerpos frutales, que están adheridos a la corteza y con un ligero levantamiento en los bordes, tienen una coloración rosada a púrpura cuando liberan sus esporas.
Otra enfermedad de poscosecha es la llamada cancrosis del cuello, generada por Fusicoccum parvum , que entre sus síntomas incluye la clorosis de las hojas y enrojecimiento de la lámina foliar. Esto, según Andrés France, evoluciona a una rápida marchitación del follaje, lo que se puede confundir con falta de riego. Además, la muerte de las ramas, que es repentina, tiende a generarse a mediados del verano. Así, sin un control adecuado, la planta se debilitará de forma progresiva hasta perecer.
Enfermedades de la madera
Para que una enfermedad de la madera se transmita a una planta sana se requiere de madera cortada. Por ello resulta esencial realizar un adecuado control de cualquier agente potencialmente dañino antes de la época de poda.
Uno de los elementos que ayuda a esparcir los patógenos que afectan a la madera, como el hongo del plateado, es la cosecha mecánica. “Si se hiere una rama lateral enferma, la siguiente puede ser inoculada. Así, se han visto huertos cosechados mecánicamente donde el plateado termina enfermando al 100% de las plantas”, advierte el consultor internacional, quien aconseja tratar el raspón con un fungicida adecuado.
Otra opción en variedades que rebrotan fácil es aplicar la poda piso, lo que permitirá que el arbusto quede sin tocones. “Necesitamos hacer rebrotar a la planta desde la periferia, porque así dejamos al hongo en el centro, expuesto a la radiación solar y el viento, que lo matan. Si la brotación es por la periferia, es completamente sana. De hecho, así se han podido recuperar huertos con plateado”, comenta el fitopatólogo.
-Cancro del cuello: en este caso los síntomas comienzan tras la poda, por lo que es clave proteger los cortes, que son los puntos de infección.
“Normalmente, lo que se hace, es pintar estos cortes. El problema es que muchas de esas pinturas están mal hechas. No se pintan correctamente o sencillamente no se pintan todos los cortes. Y, por tanto, la madera queda expuesta”, sostiene France.
El experto comenta que el tipo de pasta que se use es un tema secundario, pues el ingrediente activo, no dura más de 15 días. “Lo que sigue funcionando es la barrera física. Por lo tanto, si el corte no está lo suficientemente cubierto, el hongo podrá entrar”, dice.
-Phomopsis: El problema de esta enfermedad que si se infecta la fruta, en poscosecha, se generará deshidratación y pudrición de los frutos, además de un daño significativo en el arbusto.
Por ello es clave eliminar las ramillas negras. “Si quieren tener menos problemas, deben derribar esas ramillas que ya no dieron fruto. No las pueden dejar así de una temporada a otra”.
Los hongos ocultos
Los hongos pueden atacar tanto en pre como en poscosecha e incluso hay algunos patógenos que pueden llegar a infectar en épocas tan tempranas como la floración. Por lo tanto, es clave que el agricultor realice un manejo adecuado del huerto. “Después de la cosecha se pueden ver los residuos que quedaron de la temporada, donde destaca fruta que puede actuar como reservorios de Botrytis, Alternaria, Phomopsis o Colletotrichum, entre otros. Es decir, la principal fuente de infección está bajo la planta, sobre todo si la cosecha fue incompleta”, explica Andrés France.
Atención a la resistencia
“Es común que los agricultores utilicen fungicidas sin tomar en cuenta que los hongos tienen memoria y son capaces de generar una gran resistencia a ellos. Los productos químicos más frontales son los que generan más resistencia. Los orgánicos o biológicos, por el contrario, no son tan eficientes, pero dan un control prolongado en el tiempo”, advierte Andrés France.
Ante esto, lo ideal es usar ingredientes activos de distintas familias y con diferentes mecanismos de acción. En ese contexto, el investigador Andrés France, recomienda utilizar los códigos FRAC del Comité de Resistencia a los Fungicidas.
“ES COMÚN QUE LOS AGRICULTORES utilicen fungicidas sin tomar en cuenta que los hongos tienen memoria y son capaces de generar una gran resistencia a ellos”, plantea André France.
Fuente: El Agro