China, el principal destino de la cereza chilena, recibió en 2018 más del 80% de la producción nacional, correspondiente a 160.146 toneladas -de un total de 186.911-, un incremento de 194% respecto de la campaña anterior.
Aumentó el volumen, pero cayó la calidad. Y el mercado chino pagó un precio menor del estimado. De acuerdo con la información dada a conocer por Fedefruta, las cerezas con calidad no adecuada se vendieron, pero a un precio que no alcanza a pagar sus costos.
Óscar Aliaga, agrónomo, asesor y académico de la UC de Valparaíso, dice que si bien “la producción ha aumentado, los precios cayeron, porque la calidad bajó, y obviamente el mercado no paga lo que no es calidad”.
Para enfrentar ese desafío, dicen los expertos, tienen que recurrir a las tecnologías y nuevas prácticas.
El manejo de huertos
Francisca Barros es asesora en poscosecha y socia de Triokimun, empresa de investigación, desarrollo e innovación. Explica que parte del problema de calidad de la temporada pasada se debió a que fue “muy estresada, con mucho calor, las cosechas fueron largas, muy prolongadas, y eso generó que la fruta perdiera condición y que se ablandara”.
Por ello recalca la importancia de que los productores se anticipen a estas eventualidades climáticas.
“Hoy día, el uso de hormonas que hace que la cosecha se pueda concentrar, y también el uso de tecnologías que se colocan en el huerto para emparejar color dan buenos resultados”, dice.
Otra recomendación es ralear temprano y evitar así la sobrecuaja. “Idealmente, hacer el raleo en yema y el raleo en dardo, pero si ya se tiene fruta recién cuajada, hay que ralear todo lo que pueda generar competencia dentro de cada racimo”, plantea Barros.
Agrega que “a lo que tiene que apostar el productor es a tener una buena relación hoja-fruto, que en cada dardo tenga la suficiente cantidad de frutos en base a la cantidad de hojas, y que no espere a tener la fruta con color o en tinta”, enfatiza la asesora.
En cuanto a la nutrición, son importantes las aplicaciones de calcio y aminoácidos, para darle a la planta buena dormancia en invierno, “esto permitirá que cuando el árbol empiece a brotar, tenga buenas reservas para partir su ciclo, que tenga de dónde sacar nutrientes para iniciar la temporada”, dice Francisca Barros.
Otro elemento que impacta la calidad es el riego. Por ello Mariana Ayala recalca que se debe entregar en forma precisa de la cantidad de agua en las distintas etapas. “Cuando pasa de verde a pajizo y luego a rojizo, el productor tiene que ser capaz de regar lo suficiente para que el fruto se llene de agua y de azúcares”. Para esto es útil la implementación de nuevas tecnologías que entregan el estado hídrico del suelo.
Preocuparse más del clima
Como muchos frutales, los cerezos requieren de una cierta cantidad de horas frío y de días grados de calor. De no tenerla, el resultado puede ser fruta de y una calidad poco adecuada.
“Es necesario llegar a un equilibrio en donde la acumulación de calor después de la brotación sea adecuada para obtener una fruta de mejor calidad”, dice Ayala.
Para apoyar con los cambios climáticos, hay distintas herramientas. Una es el uso de techos tipo paraguas, los que se están utilizando bastante en la V, VI y VII Región.
“El techo paraguas evita que la fruta se moje con la lluvia y se parta, y a veces incluso puede prevenir las heladas”, señala Ayala.
Otra opción son los macrotúneles, sistemas cerrados que protegen el cultivo y además generan un aumento de la temperatura interior.
Mariana Ayala dice que esto puede ser beneficioso para la producción, pues la acumulación de calor “permite que después de la floración todos los estados se produzcan más fácilmente y se pueda adelantar la cosecha, lo que podría evitar que la fruta se parta”. Pero indica que tienen que ser utilizados con precaución, ya que en ocasiones pueden bajar el azúcar y la fruta puede ser un poco más blanda.
Una variedad para cada zona
No basta tener una buena variedad, sino que debe ser la adecuada para la zona de cultivo, lo que no es fácil porque en el país la producción de cerezas va desde la V a la XI Región.
La santina ha funcionado bien en la zona norte, donde uno de los problemas es la falta de horas de frío. En la zona central, la bing es la más trabajada debido a que es resistente. Pero, Aliaga cuenta que han aparecido otras más productivas. Una es lapins, que además de ser muy productiva, entrega fruta de buena calidad en cuanto a sabor y calibre.
Para las zonas más australes, la regina, proveniente de Alemania, es la protagonista por su resistencia a las quebraduras producidas por las heladas. La cordia, variedad muy requerida por los chinos, también es cosechada en esta zona, porque necesita frío para cuajar.
Los especialistas coinciden en que es necesario desarrollar variedades locales. “En Chile, el mejoramiento genético va a permitir tener variedades adecuadas para el clima y las condiciones de producción chilenas”, enfatiza Mariana Ayala.
Fuente: El Agro