Convencional u orgánico. Son las alternativas que tienen los agricultores al momento de optar por qué tipo de producción quieren realizar. Ese dilema se ha visto acentuado por la tendencia de consumo de productos más saludables, por obtener mayores precios, pero también por convicción propia de los productores. Si deciden tomar el segundo camino, llega el momento del gran desafío: la transición de un sistema agrícola a otro.
Los elementos fundamentales de la trasformación fueron expuestos en el Seminario Internacional de Producción convencional a mínimos residuos y orgánica, organizado por Proceed International y Agromarine Terra. En la oportunidad Antonio Gaete, consultor de producción orgánica, aconsejó a aquellos agricultores que han optado por realizar un cambio, en primer lugar evaluar las prácticas que se han realizado los últimos 36 meses en el huerto, para así determinar con claridad de qué manera se debe enfrentar la transición y cómo manejar los puntos críticos. Luego de identificar el huerto, la nutrición, plagas y enfermedades es el turno de sustituir las prácticas e insumos convencionales por manejos alternativos.
Miguel Elissalt, asesor en producción orgánica, comentó que la transición se debe realizar por medio de la sustitución de las prácticas. “No puedes entrar al sistema orgánico sien do ineficiente. Muchos productores se quedan pegados en esta etapa y sólo algunos hacen la sustitución de insumos, es importante pasar por este proceso, pero no quedarse estancado”. Cuando ya tenemos los manejos agronómicos implementados en el campo, es el turno de enfocarnos en lo comercial.
Para ello Gaete señaló que es necesario tener todas las normas de certificación disponibles y comenzar por las más simples: “Es recomendable que partan con las normas de Estados Unidos y posteriormente incorporen distintas normativas al proceso orgánico, pero sólo cuando ya eres orgánico, sino volverás atrás y perderás la transición”. El cambio no sólo pasa por realizar un remplazo de los productos químicos a los biológicos. A ojos de Elissalt se trata de rediseñar el agrosistema para que funcione sobre la base de un nuevo conjunto de procesos y relaciones ecológicas.
Además agregó que se debe establecer una conexión directa entre los productores agropecuarios y los mercados. “Hoy los consumidores están generando la demanda y quieren saber la historia de los alimentos”.
Made in Chile
La agricultura orgánica es una realidad hace ya varios años en nuestro país, donde comenzó con sólo algunos pioneros que tomaron la decisión de innovar hacia la sustentabilidad y hoy ya destacan en este camino el cultivo de nueces, uvas, cítricos, manzanas, berries y paltas, además de la producción de vinos. Según Isabel Quiroz, Directora Ejecutiva de IQonsulting, Chile cuenta con 1.291 hectáreas destinadas a cultivos orgánicos, lo que corresponde a 1,2% de la participación total. Esta situación podría aumentar si se desarrollara mayor investigación en el área. Para el Director del Centro I+D en Agroecología, Carlos Pino, existe poca investigación y desarrollo sobre producción orgánica. “Además no hay políticas de Estado que apoyen la investigación, por lo que los esfuerzos que se han realizados son de parte de los privados”.
Fernando Diez, Asesor Internacional, comentó que el crecimiento del cultivo a nivel nacional se debe a una coyuntura comercial, ya que “el mayor volumen de arándanos mundial ha provocado que los precios tiendan a la baja y para obtener un mejor ingreso promedio por kilo, la solución para muchos agricultores es pasar al manejo orgánico”. Explica que muchas veces los productores buscan ofrecer un producto con mayor valor agregado ante el valor comercial y “por eso se han atrevido a ingresar al mundo orgánico, más por un negocio que por un concepto de vida”.
Las manzanas son uno de los cultivos que ha presentado un aumento en la producción orgánica en nuestro país, donde el 2017 teníamos un total de 1.200 hectáreas. Si realizamos una mirada al exterior, nos encontramos que el principal mercado es Estados Unidos, que recibió 15.633 toneladas el año pasado. Quiroz indicó que “Chile presenta una tendencia al alza en cuanto a precio y mantiene una buena posición en volumen, por lo que les recomiendo que no destinen las superficies que no les fue bien en el convencional a orgánicos, como si fuera la solución. Tienen que destinar las mejores variedades y hacer una agricultura orgánica top, para obtener el mejor ingreso en el mercado”.
La clave es producir más y mejor para obtener mejores precios que los productos convencionales, pero la experiencia de Carlos Pino indica que durante el primer y segundo año no se logran apreciar las diferencias significativas en la producción, “por lo que la agricultura orgánica es de tiempo, hay un proceso de por medio”. Luego de ese periodo, se produce un incremento en el peso de la fruta: “al mirar el suelo, podemos tener crecimientos muy importantes en peso y volumen”. En el caso particular del cultivo de los berries (arándanos y frambuesas) hay un total de 4.496 hectáreas, que representan el 8% de participación mundial, siendo el principal productor Europa, con 35.235 hectáreas, seguido de Latinoamérica con 11.000 y Norteamérica que tiene una participación total de 9.800 ha. En ese mapa, los productores chilenos tienen mucho terreno para crecer.
¿Un negocio rentable?
En busca del objetivo de ser rentables y contar con una producción amigable con el medio ambiente es que muchos productores se convierten a orgánicos. Es común escuchar que este tipo de productos se vende a un precio superior respecto a los convencionales. ¿Mito o realidad?
Para Isabel Quiroz, durante los próximos años continuará aumentando la demanda por productos orgánicos por lo que aumentarán los precios, dependiendo del abastecimiento del mercado. “Hay una oportunidad si la superficie crece menos que la demanda”. Elissalt, por su parte, observa la agricultura orgánica desde otro escenario, y a su juicio en el futuro los precios irán a la baja “por lo que tienen que ser eficientes agronómicamente y la tendencia mundial es a fortalecer la normativa, incorporando cada vez estos factores de sustentabilidad”. Al ser un fenómeno mundial, es necesario que Chile continúe su desarrollo en la diferenciación de la oferta de productos orgánicos, por lo que Quiroz recomendó “producir fruta más atractiva, nuevas variedades, alta calidad y presentación del producto. Es decir, que todas las tendencias que se dan en la agricultura convencional hay que llevarlas también a lo orgánico y producir el mejor orgánico”.
Fuente: Mundo Agro