El arándano temprano orgánico es un atractivo negocio, sobre todo por el sobreprecio que se paga por esta fruta que, en algunos casos, sobre todo al inicio de la campaña, llega a ser del 50%. Teniendo ese objetivo en mente es que Agrícola Alessandrini decidió hace poco más de un año la instalación de un nuevo huerto de arándanos en La Calera, Región de Valparaíso, a 115 km al norte de Santiago, que se suma a otros que la empresa tiene repartido en diferentes zonas del centro y sur de Chile.
En un área que tradicionalmente ha estado dominada por el cultivo del palto, a mediados de los años 2000 se comenzaron a establecer los primeros huertos de arándanos. La errada decisión en el establecimiento de determinadas variedades, hizo que varios proyectos cerraran y, los que han continuado, lo han hecho con un material vegetal que se adecúa a las características de la zona. También hay proyectos nuevos como este de Alessandrini, que está tomando forma en un predio de 1.300 ha, de las cuales 600 son cultivables, donde gran parte de ellas están cubiertas con paltos.
Variedades club de bajo requerimiento de frío
En una superficie de 10 ha se han dividido dos sectores de 5 ha, donde uno de ellos está bajo macro túnel, mientras que el otro está bajo una malla monofilamento. La variedad escogida para este proyecto fue Magnífica, proveniente del programa de mejoramiento genético australiano OzBlue, que se ha especializado en obtener variedades con cero requerimiento de frío. Su plantación se realizó entre enero y marzo de 2017 -cuando las plantas tenían 500 cc de raíz- a doble y triple densidad.
“Empezamos a triple densidad y la hemos ido bajando paulatinamente a una sola planta, básicamente porque cuando crecen necesitan más luz y más agua. Cuando tenemos dos o tres plantas sobre la hilera, ellas están compartiendo los goteros y no es lo óptimo cuando estas han crecido”, explica el consultor Sebastián Ochoa, que actualmente asesora a más de 7.000 ha de arándanos en diferentes países y conoce a la perfección estas variedades, pues es el asesor de este programa en Australia, Zimbabwe, Sudáfrica, Zambia, México, Perú y Chile. Actualmente todo el campo está sobre un marco de plantación de 0,6 x 2,25, aunque Ochoa precisa que incluso se puede reducir. “Se podrían colocar a 2 metros, pero a esa distancia complica un poco la entrada de un tractor, una vez que las plantas están con fruta”, apunta.
Satisfechos tras la primera cosecha
El rendimiento productivo de esta variedad durante la primera cosecha dejó satisfechos a los propietarios del predio y al asesor. “Como las plantas crecieron muy bien, decidimos dejarles algo de producción, y llegamos a sacar 200 g de fruta por planta. Me dejó conforme el resultado debido a que es un cultivo orgánico y obtuvimos fruta a los 6 meses desde el establecimiento, y además, tras haber hecho unos primeros envíos a diferentes mercados, los recibidores quedaron muy contentos con la fruta, que tuvo un calibre promedio de 22 mm, de muy buen sabor y firmeza”, explica Ochoa, sobre un huerto y producción que están certificados por Ceres.
Tras esa primera cosecha, se rebajaron las plantas y se realizó un manejo para inducir el crecimiento de los brotes, “despuntando frecuentemente para generar laterales, dejando así a las plantas listas para entrar en producción este año”, precisa el asesor y además proyecta para la próxima campaña una producción de 1,5 kg/planta.
Satisfechos tras la primera cosecha
El rendimiento productivo de esta variedad durante la primera cosecha dejó satisfechos a los propietarios del predio y al asesor. “Como las plantas crecieron muy bien, decidimos dejarles algo de producción, y llegamos a sacar 200 g de fruta por planta. Me dejó conforme el resultado debido a que es un cultivo orgánico y obtuvimos fruta a los 6 meses desde el establecimiento, y además, tras haber hecho unos primeros envíos a diferentes mercados, los recibidores quedaron muy contentos con la fruta, que tuvo un calibre promedio de 22 mm, de muy buen sabor y firmeza”, explica Ochoa, sobre un huerto y producción que están certificados por Ceres.
Tras esa primera cosecha, se rebajaron las plantas y se realizó un manejo para inducir el crecimiento de los brotes, “despuntando frecuentemente para generar laterales, dejando así a las plantas listas para entrar en producción este año”, precisa el asesor y además proyecta para la próxima campaña una producción de 1,5 kg/planta.
Suelo y malezas, limitantes del manejo orgánico
Sobre las complicaciones del manejo de arándano orgánico, Sebastián Ochoa menciona que el principal escollo que deben superar es el control de malezas, sobre todo cuando el cultivo se realiza en suelo. “Sin embargo, la ventaja de usar un contenedor con sustrato está en que la presencia de malezas es casi nula. Y si la hubiese, se puede deber a la planta que viene del vivero, a una semilla que haya caído por efecto del viento o bien al riego”, explica el asesor.
Cuando se inició el ‘boom’ del arándano orgánico en zonas tempranas en Chile, el principal problema para su cultivo era el suelo. Por ejemplo, los suelos de Catemu, Illapel, Petorca o La Ligua, no son iguales a los del sur de Chile, que son más homogéneos. “Aquí hay muchos problemas de sales y hay una gran heterogeneidad del cultivo”, precisa. Y esos problemas se solventan con el uso de sustratos que, si son manejados de forma correcta, pueden tener una vida útil superior a los diez años.
El sustrato que se ha empleado en este proyecto lo vio Ochoa por primera vez en España cuando estudió un máster en dicho país en 2010, en distintos cultivos (hortalizas y berries) y luego en México. Diseñado por un experto español en hidroponía y doctor en química agrícola y fabricado en la India, es una fibra de coco que carece de fibras largas.
“El problema de las fibras largas es que son hidrófugas, se apelmazan, impiden el paso de las raíces y retienen una menor cantidad de humedad, pero este sustrato tiene una mayor capacidad de retención. Este es un producto que tiene ‘crush’, es decir, la cáscara de coco partida, que vendría a ser el equivalente de una turba con perlita. Además, viene ‘bufferizado’, ya que las cargas de la fibra de coco son negativas y secuestran cationes como calcio, potasio y magnesio. Otra de las ventajas de este sustrato es que las raíces crecen bien hasta el fondo de la maceta y no hay problemas de heterogeneidad de plantas, a diferencia de lo que ocurre con el tiempo en sustratos de mala calidad ya que se descomponen”, explica Ochoa.
Este material tiene una vida útil superior a los ocho a diez años y en España y México hay cultivos de arándanos que ya tienen cinco o seis campañas, funcionando perfectamente. “Es un sustrato muy homogéneo, que permite que las raíces crezcan bien y exploren toda la zona de la maceta.”, continúa el especialista.
Zona libre de Lobesia Botrana
Otra de las dificultades del día a día en el manejo orgánico son las plagas y enfermedades, “donde hay productos para todo”, subraya. “Existen para controlar lo que queramos, pero no son tan efectivos como un producto químico, por lo tanto todo tratamiento tiene que ser preventivo”, añade.
Las ventajas de estar en una zona libre de Lobesia botrana permite el cultivo orgánico, cuya producción se puede exportar a EE UU, cosa que no pueden hacer aquellos productores que tienen sus huertos entre las regiones de O’Higgins hasta Bío Bío. “En este campo el gran problema, en términos de plaga, es el chanchito blanco y lo combatimos con enemigos naturales, con hongos entomopatógenos, insecticidas naturales y extractos de plantas, de crisantemo yají, por ejemplo”, explica y sostiene que no es una plaga fácil de controlar, sino que los productores deben convivir con ella, manteniendo sus poblaciones bajas. “Además, hay algo de pulgón, pero es fácil de controlar y lo mismo sucede con las eulias. Está el guasano cortador, pero se controla con Bacillus thuringiensis que funcionan bien o Espinosad”, precisa el especialista.
Fuente: Red Agrícola