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Una herramienta para manejar los daños del clima y la polinización

28 de junio de 2018

Cítricos y manzanas son dos cultivos en los que se ha incorporado en forma creciente el uso de mallas para protegerlos de una polinización no deseada, en el caso de los primeros, o del golpe de sol u otros efectos del clima como el granizo -que se están comenzando a ver cada vez más en Chile-, en el caso de las segundas. La experiencia está demostrando, en ambas, que hay un camino interesante para desarrollar, pero que de todas formas existen desafíos.

 

Alejando la radiación

El exceso de radiación y las altas temperaturas son algunas de las principales amenazas para el cultivo de las manzanas en Chile, debido a que son altamente sensibles a las quemaduras por sol. De hecho, se estima que las pérdidas por este concepto en el sector pueden llegar al 40% de la cosecha.

Son tres los síntomas que delatan al golpe de sol en la fruta: daño por exceso de luz visible y ultravioleta, bronceado por radiación y combinación de temperatura y daño necrótico por exceso de temperatura.

Dado que la uniformidad de color es determinante para conseguir buenos precios de exportación y para cosechar el mayor porcentaje de fruta en una primera recolección, los productores están invirtiendo en tecnología que les permita enfrentar este y otros fenómenos climáticos, como los granizos. Entre las opciones que se barajan aparecen las mallas sombra, las cuales en el último tiempo se han ido posicionando con fuerza en los huertos manzaneros del país.

“Es una buena alternativa de mitigación para la modificación del microambiente del árbol en el ciclo de crecimiento. Su fin es reducir los niveles de estrés térmico para que haya una menor incidencia de daño por sol”, explica Valeria Lepe, investigadora del Centro de Pomáceas de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad de Talca.

En Chile, al igual que en Europa, su uso se está comenzado a extender en aquellos huertos más nuevos de variedades como fuji y pink lady, donde existen árboles más pequeños y con menos follaje, que en la práctica dejan a la fruta más expuesta a la radiación directa y, por ende, a las quemaduras por sol.

El inconveniente, sostienen los expertos, es que utilizar estas herramientas involucra una inversión importante, que puede llegar a US$ 10.000 por hectárea. “Su implementación se privilegia en cultivares donde el precio de venta del producto final justifique el pago del costo en estructura y materiales. En ese contexto, las variedades que más se ajustan a eso son rosy glow, cripps pink, ambrosia, jazz, envy y fuji raku raku, entre otras”, agrega Lepe.

Por lo mismo, los investigadores han enfocado sus esfuerzos en hacer más rentable la inversión y se ha establecido que las mallas permiten controlar efectivamente algunas plagas, como las polillas, lo que baja los costos en aplicaciones de insecticidas (se puede pasar de 10 aplicaciones a solo una).

Paralelamente se ha comprobado que frente a las lluvias, las mallas logran disminuir hasta en 20% las partiduras en época de cosecha. También se ha verificado que la utilización de mallas permite hacer un uso más eficiente del recurso hídrico, al moderar las temperaturas.

 

No todo es positivo

Pero si las mallas no son bien utilizadas podrían generar algunos efectos negativos en las plantaciones, como exceso de vigor, lo que a su vez puede perjudicar la toma de color de la fruta, debido a la falta de luz.

“Si bien se logra un alto nivel de control de daño por sol, en temporadas donde las condiciones climáticas no son adecuadamente favorables para el desarrollo de color de cubrimiento (bajo número de horas con temperaturas menores a 10 °C los últimos 30 días previo a la cosecha), podría afectarse el nivel de coloración de cubrimiento de la fruta en algunos cultivares con menor desarrollo potencial de pigmentos y, con ello, las calidades de exportación”, explica Valeria Lepe.

En el caso de la variedad gala, por ejemplo, este efecto podría disminuir en la medida que se aumente la carga frutal. En la variedad fuji, en cambio, al tener una carga frutal alta, el vigor también aumentará. Por esta razón, se recomienda poner especial atención en los trabajos de poda y regulación de carga.

Debido a esto, los expertos recomiendan considerar varios aspectos técnicos antes de utilizar este tipo de tecnología en un huerto de manzanos.

 

Mandarinas sin semillas

Además de los beneficios mencionado, en el caso de las mandarinas seedless, el uso de mallas ha resultado muy eficiente para evitar la polinización y, como consecuencia, la aparición de semillas. Aquí, en la práctica, los árboles son enmallados completamente durante toda la temporada, con el fin de impedir el paso de abejas u otros insectos con polen, con una técnica ampliamente usada en países como EE.UU., Sudáfrica y Australia.

“Estos años son de aprendizaje. Tenemos que hacernos expertos en estas mallas, que han sido reconocidas como un método válido para enfrentar la polinización cruzada”, apunta Juan Enrique Ortúzar, presidente del Comité de Cítricos de Chile.

El tema ha ido incorporándose poco a poco entre los productores de cítricos, los que ya han visto, por ejemplo, que resulta clave el momento en que se instalan -a inicios de septiembre-, el nivel de sombreamiento que se requiere para que no se inhiba el desarrollo del árbol ni de la fruta y el período durante el cual el ejemplar debe estar cubierto.

Pese a que este es el primer año de evaluación del sistema en los campos de Chile, Johanna Martiz, investigadora del Departamento de Fruticultura y Enología de la Facultad de Agronomía e Ingeniería Forestal de la Universidad Católica, reconoce que hay productores que dicen haber obtenido una menor cuaja en las hectáreas con mallas. Si bien esto debe ser materia de análisis, la experta explica que la cuaja se ve afectada cuando aumenta la temperatura y baja la humedad relativa, lo que desata un estrés hídrico, para lo que recomienda verificar que la cobertura sea la adecuada.

“Otro punto relevante es el daño de la fruta. Por lo mismo, hay que evaluar la conducción de los árboles para fomentar la fruta al interior de la copa”, dice la experta.

Fuente: El Agro

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