Las manzanas, cerezas y la uva de mesa son algunas de las especies frutícolas por las que Chile es reconocido en el mundo. Es sabido que la combinación de suelo, clima y aislamiento fito y zoosanitario generan un potencial productivo que deriva en una calidad indiscutible. Sin embargo existe una piedra de tope en la posibilidad de que este potencial termine de expresarse: el agua.
Un elemento que sin dudas ha influido en esta situación es el cambio climático, con ciclos de sequía más largos de los acostumbrados. Basta recordar que la zona central se vio afectada por este tipo de fenómeno durante un periodo que alcanzó unos ocho años y que recién se vio interrumpido el invierno pasado. El resumen es que las precipitaciones están tendiendo a disminuir fuertemente, por lo que hay cultivos que se van a erradicar de la zona norte y centro-norte y van a migrar a lugares con una mayor disponibilidad hídrica.
Así lo consigna Alejandro Antúnez, investigador de INIA, quien asegura que la uva de mesa y el palto son cultivos que se mueven hacia el sur, específicamente a la V Región o la Metropolitana. “Incluso en el Valle de Petorca también ha disminuido fuertemente la superficie cultivable de estos frutales y en el sur entonces empiezan a ganar terreno avellanos, cerezas e incluso se habla de viticultura y uva de mesa”. Geográficamente el sur siempre tiene una mayor presencia de precipitaciones.
Sin embargo, en este caso ir hacia esta zona no se trata de una solución. El consenso de los expertos apunta a que en general existe un déficit en infraestructura hídrica, que sitúa a Chile un paso atrás. Pero cada región vive su propia realidad, y si dividimos el país en norte, centro y sur, la primera categoría, en promedio, es la mejor evaluada.
Distintas realidades
Al hablar de disponibilidad hídrica en el norte, Coquimbo es la ciudad que sale a la palestra como una localidad que está bien preparada. Así lo indica Felipe Martin, gerente general de MÁS Recursos Naturales, quien señala que posee un sistema de embalses y una conducción de canales muy fuerte, además de sistemas de riego tecnificado intraprediales bastante mayores a otras regiones. Pero también es necesario contar en este esquema a Atacama, que enfrenta una realidad totalmente distinta. Cuenta con un gran embalse pero que funciona en bastante malas condiciones por problemas de infiltración y requiere además de esta misma infraestructura, ya no de cabecera, sino que a mitad de camino. Es por ello, según consigna Juan Pablo Matte, secretario general de la SNA, que no tiene la suficiente infraestructura hídrica para expresar todo su potencial.
Para Guillermo Donoso, profesor titular de la Universidad Católica, hablar del norte es hacerlo de una zona crítica, dado que presenta un déficit estructural, que llamaría sequía hidrológica, en que la demanda supera con creces la disponibilidad superficial por lo que ha crecido el uso de aguas subterráneas. Sin embargo, si se habla de suma y resta, a nivel general el norte presenta una mejor condición. ¿Pero por qué se vive una situación tan heterogénea en que una zona del país destaca por sobre otras? Para Antúnez la respuesta pasa precisamente por la escasez hídrica que han vivido estos sectores. “La escasez típica del norte hizo que la zona se construyera a partir de una mayor seguridad con embalses, revestimiento e incluso tecnificación del riego intrapredial. Pero en el centro estamos acostumbrados a una mayor disponibilidad hídrica por lo que vamos a tener que hacer fuertes inversiones para asegurar lo que ya está plantado”, señala. Pese a la oferta que existe en el centro, para Matte se trata de una zona que se encuentra en una mala condición de infraestructura dado que año a año se vierte en el mar un importante caudal de agua que no es utilizado productivamente.
Llegamos al sur del país y la situación no mejora. Es más, se trata del sector peor catalogado. Y es que no sólo no cuenta con embalses o sistemas de acumulación, sino que tampoco tiene canales de distribución. Este es el panorama que advierte el ejecutivo de la SNA, ante el que cree, el Estado debiera generar los incentivos suficientes para que a nivel privado o a través de inversiones públicas, se pueda desarrollar la infraestructura de distribución de las aguas.
“En el caso de la zona sur hay una cantidad inmensa de embalses naturales que son los lagos, donde perfectamente y sin demasiado esfuerzo se podría generar algún tipo de infraestructura bastante sencilla que permita elevar el nivel de los lagos para poder ser ocupados en la época de verano, cuando se requiere del riego. Ahí lo que se va a requerir entonces son los canales de regadío, en el fondo la infraestructura de distribución”, explica Matte y agrega que es algo que incluso le han planteado al ministro de Obras Públicas, Juan Andrés Fontaine. Esto se trata de un punto que cobra vital relevancia si se considera que un aspecto que diferencia al sur con el norte y centro es que posee cuencas pluviales, que corresponden a las que tienen el mayor caudal disponible en la época de invierno. En cambio, aclara Donoso, en los otros dos sectores las cuencas son nivales, por lo que los mayores caudales están disponibles en la época de primavera-verano, cuando hay una mayor demanda.
Ante esta radiografía la conclusión es una sola: Chile se encuentra retrasado en cuanto a este tipo de infraestructura. Para Martin se trata de un retraso tecnológico de cincuenta años respecto de los países desarrollados. En este sentido recuerda que la mayoría de los pequeños embalses existentes en nuestro país fueron construidos antes de los años ’70, lo que efectivamente provoca que mucha agua corra por los ríos sin ser acumulada, vertiéndose al mar. Así es necesario retroceder en el tiempo y preguntarse qué ha limitado el avance en este rubro: la propia necesidad y los ciclos políticos forman parte de las respuestas.
El freno del avance
Cuando hay abundancia de recursos la gente tiende a hacer inversiones mínimas, pero cuando se tiene un cultivo con una importante rentabilidad y una zona de escasez, se requiere asegurar el recurso hídrico. Así, la limitante es que Chile ha gozado de una adecuada disponibilidad durante décadas pero que en los últimos años se ha visto amenazada. Y es que la necesidad es la que va creando el órgano. De esta manera gráfica Antúnez el que es a su juicio el principal freno; al que agrega los cultivos que generan bajos ingresos y que imposibilitan la inversión en riego tecnificado sin una ayuda.
El experto pone de ejemplo el caso del maíz grano en pequeños productores de la Región Metropolitana, o Sexta y Séptima Región, donde la ganancia que tiene el agricultor por hectárea, descontando los costos de siembra, pesticidas y mano de obra, entre otros, es muy baja. “Con ese ingreso no se puede hacer una inversión en riego más que la tradicional, ineficiente y que causa problemas ambientales y que en el fondo no va con la política de optimizar la aplicación de agua”, comenta.
Una autocrítica como sector y ser más proactivos en manifestar a la autoridad que corresponda la disposición de hacerse cargo del costo de esta obra es la limitante que advierte Matte. Se trata de que el Gobierno de turno reconozca en los agricultores una disposición a pagar el uso de esa agua porque le significa una seguridad de riego, una mayor producción y por ende, una mayor rentabilidad de su campo. En este sentido agrega que un elemento clave son precisamente los ciclos políticos.
“El periodo de cuatro años atentaba bastante contra el desarrollo de infraestructura hídrica porque éstas necesariamente son obras de al menos mediano plazo. Se requiere un análisis de las externalidades positivas y negativas que conllevan; luego viene la razón del proyecto, es decir, el impacto económico y social y finalmente la licitación y construcción. Ello según antecedentes toma al menos seis o siete años si todo camina relativamente bien. Ahí por tanto cambian los ciclos políticos que han atentado contra la confección de las obras. Se priorizan, se hablan, se ponen arriba de la mesa, pero como no se cortan cintas entonces a los ciclos políticos de los distintos gobiernos les cuesta avanzar porque finalmente va a ser otro el que lo va a inaugurar”, profundiza.
En este sentido es que Amparo Domínguez, encargada de Marketing de la empresa Hydroscada, advierte que existen distintas entidades que hablan del tema agua, pero falta una organización. A su juicio es necesario entonces que el Ministerio de Economía, Energía, Agricultura y Medio Ambiente conversen y creen a lo mejor, el Ministerio del Agua.
El titular de Agricultura, Antonio Walker, define como clave el tema del agua ya que es algo que le han comentado tanto en Arica como en Aysén. En este sentido cuenta que se han juntado con el Ministerio de Obras Públicas y ven lo restringidas que están sus funciones y el acotado presupuesto que tiene. De esta manera, y dado que es un problema mayor, considera una gran idea abordarlo entre ministerios y distintas entidades.
“Uno pensaría que en el sur de Chile no tenemos problemas de agua y tenemos muchos. Esta actividad se hace con riego tecnificado, nosotros transformamos el agua en alimentos y no vamos a producir alimentos si no tenemos agua. Entonces todo lo que sea avanzar con mirar el tema de la disponibilidad de agua en forma conjunta es una gran noticia.
El problema del agua llegó para quedarse mucho más temprano de lo que nosotros nos imaginábamos, así que es un tema que lo vamos a tener que abordar como país, no es un tema de un ministerio, aquí hay que tomar un acuerdo nacional en torno a cómo vamos a abordar la disponibilidad de agua”.
¿Qué falta?
Ante todo este panorama vuelve a quedar en evidencia que Chile se encuentra atrasado en lo que a infraestructura hídrica se refiere. ¿Qué medidas se deben llevar a cabo entonces para avanzar y no ser un país básico? Ante la falta de infraestructura, conducción, acumulación superficial y subterránea, para Martin es clave acelerar la construcción tanto de embalses como de grandes canales, además de los sistemas de infiltración de agua a los acuíferos subterráneos y proyectos de trasvase de aguas entre cuencas.
Junto con fomentar todo este tipo de obras, es fundamental que el Estado genere las condiciones adecuadas y otorgue certeza jurídica respecto de los derechos de aprovechamiento de aguas; de manera que los sectores público y privado puedan avanzar en las iniciativas y programas que se requieran. Así lo consigna Pedro León Ugalde, Secretario Ejecutivo (s) de la Comisión Nacional de Riego, quien agrega que si bien en Chile los privados son los responsables de administrar el agua, “como Gobierno procuraremos entregar todas las herramientas que tengamos a disposición para apoyarlos en esta tarea, como la Ley N° 18.450 de Fomento al Riego y Drenaje”.
Otra piedra de tope en este avance y en el que se debe tomar cartas es en la falta de consciencia. Y es que en opinión de Arturo Valdés, director de Hydroscada, la mala distribución pasa precisamente porque el que dispone de mucha agua, no tiene consciencia. “La gente debe darse cuenta de que la primera inversión de su campo es la tierra y la que sigue no pasa por el tractor, sino que por el agua. Cuando tiene agua no toma mucha consciencia, pero cuando se da cuenta que tiene que sacar más pozos para complementar, ahí le empieza a doler”, cuenta y agrega que una medida algo extrema sería tarifar el agua, por lo que espera que no se tenga que llegar a ello.
Pero la enumeración de tareas a trabajar no termina aquí. Una que toma vital relevancia es el fortalecimiento del nexo con las juntas de vigilancia y/o asociación de canalistas, donde a juicio de Rodrigo Callejas, director de UChileCrea, se debe promover la profesionalización, transparencia y óptima gestión del recurso. Con esta posición coincide Alejandro Antúnez, quien señala que se debe contar con juntas de vigilancia capacitadas y previsoras para que sean capaces de tener pronósticos de disponibilidad. Así la idea es que empezando la temporada en septiembre cuenten con un modelo que prediga lo que va a pasar en diciembre-enero, ya que según cree, “siempre va a ser necesario mejorar o dotar a la junta de vigilancia de esos instrumentos que les permita visualizar más allá que el día a día”.
Considerando el contexto hídrico que vive el país Callejas agrega que es necesario ampliar la cobertura de riego tecnificado en la zona productora de fruta, promoviendo los diseños que respondan a las mayores restricciones hídricas y nuevas exigencias de los huertos frutales. Se trata de un área en la que aún existe mucho por desarrollar, dado que sólo el 50% de las hectáreas regadas poseen riego tecnificado, comenta Martin. Esta es precisamente una de las áreas en las que se debe trabajar a nivel intrapredial, donde también existen una serie de tareas pendientes.
Medidas prediales
Todo sistema de riego dentro de un predio debe considerar una serie de factores a la hora de pensar en la infraestructura hídrica y en la eficiencia de este recurso. El primero que menciona Felipe Martin son los sistemas de acumulación, con embalses o tranques, algo fundamental ya que permite que los agricultores vayan acumulando agua en momentos que no la están ocupando y pueda ser utilizada en los siguientes días.
En este listado sigue un sistema de conducción, que puede ser mediante tuberías y traslado de aguas a diferentes puntos de necesidades. Pero el riego tecnificado es el aspecto de vital relevancia, considerando, como indica Walker, que sólo el 28% de Chile cuenta con este tipo de riego y que se trata de la herramienta más potente para ser más eficientes en el uso del agua.
De esta manera es que los agricultores deben hacer un esfuerzo por implementarlo, velando que sea de calidad tanto en su diseño como en los componentes utilizados. Y es que no se debe olvidar que un buen sistema de riego es una inversión que se paga rápido, pero sobre todo, que lo barato cuesta caro. Este es el análisis al que llega Callejas, quien añade que se deben evitar mantener sistemas mixtos, es decir; aquellos en que los fertilizantes se aplican por el sistema tecnificado y el riego se sigue realizando en forma tradicional por surco.
Con este tipo de riego se aprovecha aproximadamente un 90% el agua disponible; panorama por el que Ugalde califica como muy relevante tanto la implementación de los sistemas de tecnificación —ya sea por goteo o microaspersión—, como su correcta mantención y buen uso. Así es como la CNR ha reforzado las actividades de capacitación a través de talleres y programas de Transferencia Tecnológica en riego; un ítem en el que los productores también deben trabajar. Como el punto cero es como Antúnez define precisamente la capacitación dado que existe poca concientización en el medio agrícola del impacto que tiene el riego sobre el entorno.
Así, comenta que cuando se riega mal se perjudica a usuarios que están en la misma cuenca, se contamina más y se saca agua de un curso natural que podría tener una serie de beneficios. “Entonces primero es concientización de que lo que hacemos siempre tiene un impacto y deberíamos hacerlo de forma eficiente.
Cuando uno llega a ese punto se da cuenta que el uso del agua pasa por la capacitación y que la del regante es escasa. En un nivel mediano y empresario nos debemos esforzar en capacitar a los operadores en riego; entonces si antes había un señor que tenía que manejar el riego con pala y abriendo y cerrando surco, hoy hay un programador de riego. Y creo que la capacitación hacia ese sector es una tarea pendiente”, profundiza.
Tecnología al alcance
Tanto el país a nivel general como cada predio tienen sus propias áreas que trabajar para seguir avanzando en esta temática. Pero existe un punto que involucra a ambas partes: el uso de tecnología. Todos los ríos debieran estar con su sistema de embalse y conducción, y estos últimos, según indica Martin, con monitoreo a distan cia, sistemas de telemetría y telecontrol con compuertas automáticas que ayuden a las organizaciones a tomar decisiones al minuto con información confiable.
“Esta es tecnología que debiera estar ya bastante más globalizada en Chile de lo que está aún, con diferencias muy fuertes entre organizaciones de usuarios, donde algunas tienen tecnología de punta y donde otras no han partido”, cuenta. En este sentido agrega que aún no se tiene ningún sistema de infiltración artificial implementado y funcionando a cabalidad, sino que sólo pilotos, lo que no puede continuar así: No sólo se debe implementar esta tecnología, sino que también masificarla.
Si se habla del uso de tecnología de riego a nivel de campo el monitoreo toma un rol esencial. En opinión de Callejas si bien en la elección de un sistema de este tipo es importante considerar la durabilidad de los equipos, la fidelidad de las mediciones y la facilidad de interpretar la “data”; lo central pasa por preguntarse si el equipo o sistema permite determinar claramente el tiempo y frecuencia de riego en un huerto frutal. “Existen muchos métodos que en teoría podrían ayudar a regar, pero se debe buscar un paquete tecnológico que responda a las necesidades de los productores: cuánta agua, cuándo la aplico y de qué forma”.
Y es que tener este conocimiento permite obtener una alta producción y de calidad. Pedro León Ugalde comenta que si el agua es escasa, los suelos tienen pendiente y su calidad es regular, conviene un riego localizado de alta frecuencia como riego por goteo, cinta y microaspersión; una tecnología de riego altamente eficiente (entre un 80 y 90%).
En cambio si el agua no es tan escasa, los suelos son de buena calidad y profundos se puede utilizar un riego superficial o tradicional (tendido o surco) pero tecnificado; es decir, regular el agua que entra a cada paño de riego o a los surcos, además de realizar una micro nivelación del suelo, que permite alcanzar una eficiencia de hasta un 65%.
En cuanto a la tecnología propiamente tal, una de las interrogantes que pueden surgir es la disponibilidad de ésta. Sin embargo, Juan Pablo Matte señala que en este sentido Chile es un país que se encuentra a la vanguardia por lo que hoy existe disponibilidad ya instalada en muchos agricultores.
Asimismo, hay una gran cantidad de compañías que se dedican a ello y que realizan un monitoreo permanente de cuáles son los sectores y momentos de aplicar un riego a partir del desarrollo y vigor del cultivo y también a nivel del suelo, la temperatura del aire y velocidad del viento. Por su parte Ugalde precisa que para medir y definir cuándo regar existen dispositivos como el tensiómetro, que se entierra en el suelo y mide la fuerza con que el agua es retenida por éste.
También se encuentran los aparatos conocidos como TDR –Time Domain Reflectometry- que son útiles para determinar con qué nivel de humedad se encuentra el suelo previo al riego. Si bien la tecnología está disponible, otro tema es el real acceso por parte de los agricultores. Se debe considerar, consigna Matte, que de 300 mil agricultores que hay a nivel nacional, unos 280 mil son pequeños. De esta manera en la medida que hay un problema de economía de escala, también hay uno de acceso por conocimiento y costo.
¿Un problema mayor?
Hoy en día existe claridad del problema que se enfrenta respecto a la falta de infraestructura hídrica y eficiencia en el uso del agua. Sin embargo se trata de una bola de nieve que puede continuar creciendo y afectar no sólo el progreso de la fruticultura, sino que la posición exportadora del país.
De no avanzar Donoso cree que puede ser una limitante para mantener el crecimiento del sector, al que se le haría más difícil con las fuentes actuales por lo que recurrirían a fuentes más estables, aumentando extracciones de agua subterránea. Como algo lamentable califica Matte el no poder avanzar en este tipo de infraestructura ya que limitaría el potencial de crecimiento.
Ello dado que las oportunidades que se generan, por ejemplo, al abrir nuevos mercados pueden no condecir con el desarrollo de la agricultura y en particular de la fruticultura porque no hay seguridad de riego. Hoy se enfrenta un panorama algo desfavorable pero con la buena noticia de que tiene solución. Depende de que cada actor tome consciencia del retraso que vive el país, las implicancias que puede tener en un sector que se considera un pilar de la economía y finalmente realice las medidas necesarias.
Se trata de una tarea de todos que Chile pueda por fin dejar de ser básico y avanzar en un tema que lo ha dejado atrás.
Fuente: Mundo Agro