El espíritu de la innovación esconde un desafío: tienta a todos los que sepan ver sus beneficios, pero luego son pocos los que se atreven a concretar el plan. Es así como hemos sido testigos de la incursión de algunos productores en un cultivo de un forraje con excelentes características nutricionales y, además, económico: la remolacha forrajera. Con el objetivo de potenciar el cultivo en nuestro país, Jim Gibbs, médico veterinario (PhD), profesor investigador de la Universidad de Lincoln de Nueva Zelanda y experto en la utilización de la remolacha forrajera en rumiantes, visitó diferentes campos en Chile para entregar los lineamientos claves de la transición a este nuevo cultivo.
Se habla de transición porque es el camino a introducir a los animales en el nuevo alimento de forma lenta y paulatina, para lograr un consumo mayor. Gibbs explica que es fundamental enseñarle al ganado a comer la remolacha y a autocontrolar su consumo, para que se acostumbre al cultivo y sea capaz de metabolizar todo el azúcar. “Al comienzo de la transición se le ofrece remolacha forrajera en pequeñas cantidades y mayor cantidad de suplemento. A medida que avanzamos en el proceso, la cantidad de remolacha aumenta y el suplemento disminuye”. El experto añade que todo el proceso se debe realizar con la ayuda de un cerco eléctrico, para delimitar el cultivo del ganado.
Bernardita Saldias, médico veterinario (PhD) e investigadora del Centre for Dairy Excellence, de Nueva Zelanda, señala que durante este periodo, los animales deben aprender a utilizar sus dientes para comer la remolacha. Los rumiantes utilizan la lengua para comer la pradera, pero en el caso de la remolacha usan sus dientes incisivos. La transición es una tarea fácil y clara a juicio de Jim Gibbs, por lo que aconseja que los animales de 350 – 400 kilos comiencen con una oferta de 1 kg MS/día y después día por medio se tiene que incrementar de a un kilo. Recomienda que en los primeros 2 a 3 días los animales tengan acceso a la remolacha forrajera por 4 horas, pero una vez que los animales aprenden a comer no se deben mover del potrero. “Primero se van a comer las hojas, por lo que es necesario ayudar al ganado a comer la remolacha y los productores pueden pasar un tractor, cuadrimoto o machete en el cultivo para reventar las raíces, ya que los animales al ver los trozos más pequeños les llama la atención para ir probando y de esta manera aprenden más rápido”.
Durante la transición los animales deben tener el suficiente espacio para que cada cabeza de ganado tenga la misma posibilidad de comer remolacha. A juicio de Gibbs lo recomendable es proporcionar un espacio de 1 metro de pecho por animal en la cabecera del cultivo y entre 6 a 10 metros de profundidad en la cabecera del potrero previo al cultivo de remolacha. El experto añade que el único problema que se puede producir durante la transición es que se le entregue mucha remolacha antes que el animal se adapte. “Si los productores hacen bien el periodo de cambio, si siguen el proceso al pie de la letra, no deberían tener ningún animal enfermo”.
Dulce adaptación
Una vez finalizada la transición los productores deben mover el cerco eléctrico y analizar los residuos que quedaron después de una asignación diaria. Para maximizar el uso de la remolacha, Gibbs recomienda “dejar un 25% de los residuos de la asignación de ayer, un 10% del día anterior y un 5% del día previo a éste último”. Otro factor que indica el experto, es que los productores deben de considerar que cuando todos los animales aprendieron a comer las raíces es recién el momento de incrementar la oferta de remolacha en 0,5 a 1 kilo dependiendo del tipo de ganado. “En el caso de ganado más grande, después del tiempo de transición, que es aproximadamente dos semanas, van a llegar a comer hasta 12 kilos de materia seca en base a remolacha”. En el caso de vacas de razas más pequeñas, llegan a comer 11 kilos de materia seca y en el caso de los terneros son 4 kilos de materia seca luego de la transición.
Beneficios azucarados
Una de las características que más destacan los productores tiene relación con los rendimientos de la remolacha, ya que es un forraje más económico comparado con otro tipo de alimentos. Jim Gibbs menciona que en Nueva Zelanda los productores lograron bajar un 50% los costos de alimentación de invierno utilizando remolacha forrajera. “Por cada 1.000 vacas se ahorran una camioneta nueva. Es una reducción significativa”.
El auge de la remolacha en Chile comenzó en 1953 cuando se formó la Industria Azucarera Nacional (IANSA), quienes introdujeron nuevas variedades y llegaron a transformar a nuestro país en el sitial de mayor producción del mundo con 106,4 toneladas el año 2016. Es un hecho que destaca Gibbs, ya que considera que existe un amplio conocimiento en el cultivo de la remolacha azucarera y puede ser más fácil la incorporación de la forrajera. “En Nueva Zelanda no teníamos ese conocimiento, por lo que los productores se vieron en la necesidad de aprender. Creo que Chile es uno de los países que tiene el crecimiento más rápido de remolacha forrajera, es muy probable que logren obtener 20 a 25 toneladas de materia seca”.
Actualmente Nueva Zelanda tiene 50 mil hectáreas dedicadas al cultivo y a ojos de Gibbs Chile puede lograr eso y mucho más, “ya que cuentan con las condiciones necesarias y lo pueden superar mucho más rápido. Los agricultores que lo han cultivado, lo han hecho bien y existe la oportunidad para que siga creciendo”.
Fuente: Mundo Agro