A poco más de 1500 kilómetros de la capital chilena se esconde un pueblo que despierta cada 16 de julio para honrar a la Vírgen del Carmen, entre bailes, música y adoración al cielo.
En medio de la Pampa del Tamarugal, en Tarapacá, este poblado de escasos 800 habitantes transcurre sus días en calma, en una zona desértica que ante la caída del sol obliga a buscar refugio por sus temperaturas bajo cero.
Pese al frío, la llegada del otoño reaviva las llamas y prepara cada detalle para recibir a los 200 mil curiosos que llegan desde todas partes del mundo para formar parte del peregrinaje.
La fiesta de la Tirana se transformó en uno de los hitos culturales y religiosos más importantes del país, ya que nuclea a todos los pueblos del norte y su masiva afluencia la convierten en un atractivo místico con cinco días incomparables a puro baile y con la misa en la plaza principal, enclave de la única iglesia del poblado.
Desde Antawaras a Indios, se combinan las danzas rituales combinadas con cantos solemnes que resuenan en las casillas de adobe y madera, que parecen insignificantes ante el tráfico masivo de fieles que caminan los diez kilómetros desde el Cruce hasta el Templo.
Así, la experiencia mística de “La Tirana” resulta un hechizo fascinante, por el que será conveniente acceder vía terrestre, y el arriendo de autos será la mejor opción para llegar a destino.