Las perspectivas de la producción maicera son menos alentadoras que en la temporada anterior. La fluctuación del precio del dólar y su incidencia en el cálculo del importe del producto en la Bolsa de Chicago representan pérdidas en algunos casos. Si a eso se suma que Argentina estima incrementar la siembra de este cereal, el panorama en medio de los tratados de libre comercio es ajustado para el productor chileno.
Al respecto, Fernando Medina, presidente de Asociación Agrícola Central, se declaró preocupado.
Detalló que el pasado año el kilo del grano fluctuó entre $125 y $130 en la Séptima Región, lo que fue un costo bajo con base en los rendimientos por hectárea. “En promedio, el agricultor pierde plata cuando produce maíz a ese costo”, enfatizó.
Sobre este contexto, Roberto Jara, director del departamento de economía agraria de la Universidad de Talca (UTalca), expresó que los precios por quintal pagados a productor no son tan atractivos.
Recordó que la producción y oferta de maíz en Chile es atomizada (numerosos productores dispersos en el territorio), mientras que el poder comprador está concentrado. Existen, entonces, pocos demandantes y una gran cantidad de oferentes, por lo que el control sobre los precios y las condiciones de compra reside en los demandantes. Esto permite la fijación de precios por parte de la industria.
Explicó que en el mercado del maíz nacional, los precios son establecidos en función de los costos de ingreso de maíz proveniente de Argentina y Estados Unidos, lo que coloca en desventaja el producto nacional.
Cabe destacar que la proyección de precio al productor para la siguiente temporada, según las evaluaciones de la Oficina de Estudios y Políticas Agrarias (Odepa) “no son alentadoras”. Se esperan precios similares a la temporada 2016-2017, o levemente superiores.
INTERNACIÓN DEL PRECIO
Jara acotó que los costos de internación de maíz desde Argentina y Estados Unidos, en términos nominales, son “claramente a la baja”, lo que afecta directamente los precios que “fija” la industria en Chile, los cuales son históricamente menores (3-5% menor) a los costos de colocación del maíz importado.
Esto impacta en la competitividad de los productores nacionales, quienes deben mantener altos niveles de producción (sobre los 130 quintales/hectárea), a objeto de sostenerse en el negocio o simplemente no perder dinero.
En este sentido, Medina refirió que existe un aparente sobrestock mundial, agravado por el aumento en la intención de siembra de Argentina durante el presente año. “Luego de varios años de crisis, los agricultores argentinos ven que las exportaciones de grano están liberadas, por lo que la intención de siembra durante este año es muy alta”, manifestó.
Mientras el vecino país ha tenido intenciones de siembra de 3 millones de hectáreas, en Chile se trabajan unas 100 mil en promedio.
A esto se agrega que la intención de siembra en Chile puede registrar caída de 20% por migración de productores a otros rubros.
El economista explicó que la producción local, históricamente, no alcanza a cubrir la demanda, por lo tanto se importa la diferencia, principalmente desde Estados Unidos y Argentina, ambos países con costos de producción significativamente menores debido a lo extensivo de sus sistemas y mayor escala de producción respecto de la nación, que si bien registra rendimientos elevados, comparativamente con el promedio mundial, también soporta altos costos operacionales.
MECANISMOS DE SOPORTE
Comenta Medina que el tratado de libre comercio hace de Chile un país atractivo para las importaciones, pero esto no es beneficioso para los mismos productores, que ya compiten con los precios de la Bolsa de Chicago, la cual regula el costo del maíz.
Por la caída del petróleo, los futuros valores se mantienen en desplome, en razón del biocombustible, etanol.
A juicio de Jara, esta opción de liberalización comercial que ha adoptado Chile en las últimas dos décadas hace muy complejo implementar políticas de apoyo en precios. Por lo tanto, los mecanismos de soporte a la producción de maíz nacional se deben focalizar fuertemente en la adopción de tecnologías (riego tecnificado, semillas, conservación de suelos, entre otras), mejoramiento de sistemas de extensión, y otros mecanismos que permita aumentar la eficiencia de la producción.
Calidad y precio
Respecto al rubro maíz, el secretario regional del Ministerio de Agricultura, seremi Óscar Vega expresó que “hubo un buen precio el año pasado y, esperamos que se mantenga con algunas variaciones, propias del mercado internacional”.
Sobre la oferta argentina, expresó que se trata de “un temor que siempre ha estado presente, con algún grado de fundamento”. Sin embargo, la venta del producto chileno reside en su calidad, con lo cual se encuentra en capacidad de competir en el mercado ante un precio menor.
“El poder comprador maicero también equilibra entre calidad y precios”, subrayó.
Declaró que existe una expectativa importante sobre esta siembra, por inversiones hechas desde el Ministerio para mejorar las condiciones del uso de recurso hídrico en la región.
Fuente: Diario El Centro