Polos opuestos son los que ha vivido la industria de la manzana durante los últimos años. Si alrededor del año 2013 se hablaba de uno de los sectores con mayor potencial, hoy su objetivo es uno solo: renovarse o morir.
La buena calidad y cantidad de manzanas que colocaba Chile frente a su competencia directa lo hacían en ese entonces un actor competitivo. La industria de Nueva Zelanda había dejado de ser regulada, con lo que se sumergió en una crisis de la que en 2013 aún no lograba recuperarse; mientras, Sudáfrica enfrentaba una serie de problemas de política interna. Pero hoy en día, el escenario es completamente distinto. ¿Qué factores influyeron en el decaimiento de la industria local?
Si hace unos diez años se producían 70 millones de toneladas de manzanas a nivel mundial, hoy esa cifra se sitúa en 85 millones de toneladas. El incremento de la producción mundial es uno de los factores que para Antonio Walker, gerente general de Agropecuaria Wapri, explica la pérdida de competitividad de nuestro país. Así, comenzó a aumentar también la producción de los países del hemisferio norte, lo que a su vez hizo que se empezara a perder el efecto de contraestación.
“El 2013 fue el último año en que hubo un déficit de manzana en los destinos y por eso Chile podía entrar con mejores precios y a más mercados. Ahí cambió la cosa y vinieron dos años de sobreproducciones”, recuerda el asesor y profesor de fruticultura de la Universidad de Chile, Óscar Carrasco. A esta situación se sumó el cierre del mercado ruso, que también hizo que quedara más fruta guardada en Europa Occidental.
Otro factor que explica la pérdida de contraestación pasa por la aparición de la tecnología de atmósfera controlada, cuyo uso hizo que se pasara de guardar la manzana seis meses, incluso hasta doce. “Si sumamos todo esto tenemos que en el hemisferio sur los mercados que están quedando disponibles no son los mismos de antes y básicamente nuestro gran mercado hoy en día es Latinoamérica. Por supuesto que seguimos con otros mercados, es probable que India aumente un poco más pero un tema es que nuestros mercados se están complicando y eso ha redundado en precios que no son competitivos para nuestras condiciones”, aclara Vicente Vargas, presidente de Pomanova.
Pero un aspecto fundamental y que marcó el punto de quiebre fue la calidad: el mundo comenzó a mejorar la genética por lo que se competía con una calidad muy superior, tarea en la que Chile se fue quedando atrás y hasta el día de hoy se mantiene en desventaja.
Chile al deber
Una mejora en la tecnología de producción comenzó a darse a nivel mundial, a la que le siguió una serie de avances en materia de genética, aspecto en el que Chile se quedó atrás. Según recuerda Isabel Quiroz, directora de iQonsulting, si bien hubo una reducción de superficie tanto en Estados Unidos como en Europa, los rendimientos de las nuevas plantaciones compensaron esto con creces.
“Chile estaba bastante bien posicionado en 2013, era el único que crecía en términos de hectárea, pero no avanzó en cuanto a variedades nuevas y sí lo hizo Estados Unidos, algunos países de Europa y Nueva Zelanda”, explica. Al cambiar de estrategia, Nueva Zelanda se volvió a transformar en un actor competitivo y hoy abastece mucho más a Asia, donde se ha posicionado en las islas más pequeñas y ha fortalecido su imagen de calidad. Quiroz pone el caso de la “NZ Queen”, una variedad que prácticamente es sólo de ellos y que, si bien exportan en poca cantidad, lo hacen con buenos precios, lo que les permite tener una imagen de calidad mejor que el resto de la competencia.
Así es que el gran problema pasó por no incorporar nuevas variedades a tiempo, que le permitan estar a la vanguardia en la generación de un producto innovador. Esto a su vez se debió a que Chile estuvo muchos años con un tipo de cambio muy bajo, con lo que muchos productores se descapitalizaron. “Al descapitalizarse no se renovó al ritmo de lo que imponía el mercado, entonces al día de hoy un 43% de los huertos tienen más de 17 años; vale decir, tenemos clones de Royal Gala, Fuji y Pink Lady antiguos. Al ser clones antiguos la manzana tiene menos color y colocar manzanas de menos de 50% de color hoy día cuesta mucho”, explica Antonio Walker, quien agrega que por otro lado subieron los costos de producción: la jornada hombre se incrementó a 35-40 dólares por hectárea, lo que significó un tremendo cambio.
En este sentido Quiroz advierte que con las variedades normales no existe la posibilidad de lograr un resultado operacional a nivel de hectárea que sea realmente atractivo para el productor, ya que además se han incrementado los requerimientos de calidad. “Si antes un huerto de Royal Gala podía sacar un 60% de manzana de exportación y eso era rentable, hoy día esos mismos huertos envejecidos producen una manzana de menor coloración, y por lo tanto tienes rendimientos de 40% y eso ya no es rentable para el huerto. Como no se hizo la renovación de los huertos, las unidades se envejecieron y entraron en ineficiencia no sólo de producción exportable, sino que también de rentabilidad y ahí se perdió la competitividad y fue súper rápido”, señala.
De esta manera, en los últimos ocho años Chile pasó de contar con 42.000 hectáreas de manzanas a unas 35.000, que además son, en gran parte, obsoletos del punto de vista varietal; por si fuera poco, el mercado se encuentra cada vez más exigente en color, condición y calidad. ¿Qué medidas deben realizar los productores para enfrentar el futuro y volver a ser una industria competitiva?
De cara al futuro
Una reconversión que incluye nuevos clones y variedades por un lado y un nuevo diseño de huerto, por otro; es la consigna que deben tomar los productores para enfrentar esta industria de cara al futuro. En opinión de Vargas, el país debe dar un paso importante en la obtención de variedades nuevas producidas localmente: “No hemos hecho nada de eso, o lo que se está haciendo es muy reducido; pero se necesita investigación y obtención de variedades locales para condiciones chilenas y así contar con una mayor y mejor oferta”, enfatiza.
Royal Gala, Fuji y Pink Lady son los tres grandes commo-dities con los que cuenta la industria nacional hoy en día. A juicio de los expertos la solución no pasa por dejar de lado estas variedades, sino por utilizar sus mejores clones. En el caso de Royal Gala, Quiroz señala que existen clones más eficientes y que incluso se adaptan a diferentes zonas. “Hay que elegir muy bien el clon, dentro de los nuevos, que sea eficiente en el lugar donde vas a producir. Si se va a participar en el negocio de la Gala, que no son precios altos, tienes que producir muy alto rendimiento, de muy buena calidad. No es que se deje de lado la Royal Gala, sino que se dejan los clones antiguos que producían menos coloración que los nuevos”, indica.
La misma situación se da con Fuji y Pink Lady. En el primer caso han aparecido nuevos clones, entre los que se encuentra Raku Raku, pero para la directora de iQonsulting existen clones mejores que este, como Fubrax, “que también produce una manzana de mucha mejor coloración que las antiguas y por lo tanto también mejor rendimiento en packing ”. En cuanto a los clones de Pink Lady destaca Rosy Glow, el que a juicio de la experta debería ser el de la zona central dado que tiene buena adaptación a las zonas calurosas.
Precisamente continuar produciendo estas variedades pero con los mejores clones es una de las alternativas que ve Antonio Walker, también presidente de Fruséptima, y quien ha llevado a cabo esta medida. “Los que tenemos Rosy Glow, Lady in Red nos damos cuenta que se nos ha hecho más fácil producir y embalar un alto porcentaje de Pink Lady. Los nuevos clones de Pink Lady ayudan mucho a tener sobre 50% de color. Lo mismo la Gala y Fuji, necesitamos mejores clones”, sentencia.
Las alternativas club y orgánicas
Introducirse en el nicho de las variedades club es otro de los modelos que propone Walker, con variedades como Ambrosia, Kanzy y Envy, las que destacan por su buen sabor. Pero otra medida pasa por la producción orgánica. Según comenta, con este tipo de producción se ha estado apostando a un diferencial de precio, pero a su juicio, en un mediano o largo plazo se va a convertir en una especie de requisito, ya que los mercados van a comprar manzanas siempre y cuando estén libres de residuos de productos químicos.
A ojos de Isabel Quiroz la manzana orgánica se trata de una demanda que está en alza en distintas partes del mundo y una alternativa para quienes no buscan meterse en las variedades club. En tanto para Vargas, la producción orgánica corresponde a una alternativa viable pero para un grupo selecto de productores. “Tienen que partir con un huerto muy bien formado, con muy buen suelo y tiene que ser un productor muy dedicado y con mucha observación ya que el tema de plagas y enfermedades es sumamente complicado y requiere de mucho conocimiento y dedicación”, comenta.
Como una posibilidad pero con restricciones es cómo ve la producción orgánica Óscar Carrasco, ya que, según advierte, no se puede reconvertir toda la industria dado que sencillamente el mercado no da. “Hoy lo orgánico es un segmento del mercado, de alto valor, de gente que tiene alto ingreso pero no es para el consumidor común y corriente. Si hay sobreoferta de fruta orgánica los precios van a bajar, hay que mantenerlo como un nicho”, sostiene.
Hacia huertos de alta densidad
Huertos modernos de alta densidad es la vía que deben tomar los productores para enfrentar la situación por la que atraviesa la industria, un tipo de diseño que ofrece un gran beneficio: el ingreso anterior a la producción. Según ejemplifica Isabel Quiroz, si contaban con mil plantas por hectárea se empezaba a producir el quinto año; hoy cuentan con cuatro mil plantas por hectárea y se empieza a producir al segundo o tercer año.
En alta densidad la recomendación pasa por contar con entre 2.000 y 2.500 plantas por hectárea, ya que según indica Carrasco, si se supera esa cantidad baja la rentabilidad dado que la inversión inicial de las plantas tiene un alto costo.
El desafío entonces pasa por tener huertos bajos, fáciles de cosechar, con buena iluminación que permitan que el trabajador rinda más, con lo que según advierte Walker se debe bajar de 200 jornadas hombre por hectárea a 140. Pero otra consigna pasa por contar con un huerto que tenga un potencial productivo alto y mejor calidad de fruta. Un huerto que produzca 30 o 40 toneladas por hectárea, para Carrasco, corresponde a uno totalmente anti económico, que lo único que hace es mantener un costo de administración, por lo que hay que concentrarse sólo en los huertos que sean más productivos.
Así, la clave para que un huerto sea competitivo, según Walker, son las tres 70’s; es decir, debe contar con 70 toneladas, 70% de embalaje y 70% de extra fancy. Para ello, asegura, se debe escoger la variedad con mayores ventajas comparativas para que en forma natural se den estas tres categorías.
La industria de la manzana ha pasado por diferentes altos y bajos que han hecho que se gane o pierda competitividad. Para enfrentar el futuro hoy la consigna es una sola: renovarse o morir.
Nuevos clones y variedades y un moderno diseño de huerto son las claves para alcanzar el éxito y mirar el pasado sólo como un amargo recuerdo.
Fuente: Mundo Agro