Ofrecen sus productos a precios hasta un 40% más baratos, se instalan en las ferias libres sin pagar permisos ni patentes y el negocio es redondo. El decomiso de productos agrícolas en Tarapacá ha mostrado un crecimiento explosivo en los últimos años, al punto que en lo que va de este año ya suma 43 toneladas, el doble de lo incautado en todo 2016.
Según las autoridades, los contrabandistas aprovechan la fragilidad que da una frontera con 32 pasos no habilitados y, sin cumplir las mínimas condiciones de transporte ni cadenas de frío, llegan con los productos a Iquique y Alto Hospicio, donde se venden más baratos que sus similares chilenos.
Limones, mandarinas, papayas y mangos, entre otros, no solo engañan al consumidor, quien cree que compra un producto chileno, sino que “se genera un riesgo latente a nivel de región, donde nos podemos transformar en la puerta de entrada a plagas o enfermedades de las cuales nuestro país está libre”, sostiene el director regional del SAG, César Cardozo.
Los huevos que se venden a mitad del precio de los nacionales también muestran un incremento en las incautaciones este año: ya suman más del 90% de todo lo decomisado en 2016, con 33.000 unidades.
Esto afecta a los agricultores locales, con problemas como una alerta por mosca de la fruta el verano pasado, que impidió sacar los productos de Pica fuera de la región. “Esto es un daño terrible, ya que es la imagen de nuestros productos la que se daña. Ellos venden como si fueran nuestros mangos o limones, pero en realidad es algo de mala calidad”, asegura Orlando Tello, agricultor de Pica, quien explica que “ya nos dimos cuenta que hay que denunciar, y lo estamos haciendo”.
Cardozo dice que hay un desmedro económico a los agricultores locales por el comercio desleal y “un engaño al consumidor al hacerlos pasar por productos chilenos, e incluso los mezclan para pasar desapercibidos”. Teodolinda Baltazar, presidenta de la Feria Itinerante de Iquique, afirma que, pese a que han trabajado con el SAG para que estos productos no se vendan, el problema se les va de las manos, ya que hay días en que se instala el triple de vendedores sin permisos a un costado.
“Las consecuencias las paga el comercio minorista, los que pagamos permisos, impuestos, damos boleta y estas personas venden cualquier cosa y nadie hace nada, los funcionarios del SAG no dan abasto, ya que hay poca cooperación de los demás servicios”, asegura.
Fuente: Tarapacá Online