Es sabido del gran poder que ejercen los grandes grupos empresariales en la economía, con una alta concentración que va contra la competencia y la supervivencia de los medianos y pequeños, situación que también se repite en la industria vitivinícola, tanto en Chile como en Argentina. | ||
A continuación reproducimos dos notas sobre este tema, una del diario Pulso de Chile, y otro de Diario Los Andes, de Argentina. En Chile existen casi 400 viñas que se dedican a la elaboración de vino, de las más distintas especies y calidades. Se trata de una industria cada día más sofisticada, y donde obtener ganancias no es nada fácil. Pero el alto número de competidores no es sinónimo de baja concentración. De hecho sólo ocho grupos económicos concentran más del 60% de la producción del vino que es exportado hacia el extranjero, es decir, sin considerar el consumo interno. Se trata de las familias: Guilisasti, Luksic, Claro, Solari, Chadwick, Larraín, Montes y Edwards, cuyas ventas en total superaron los US$940 millones en 2014. Según un informe privado enviado por Vinos de Chile a los máximos ejecutivos de la industria, al que tuvo acceso PULSO, las exportaciones vino embotellado crecieron sólo 4% durante 2014, alcanzando los US$1.515 millones exportados. Fuentes de la industria atribuyen este leve crecimiento al alza que presentó el vino a granel durante dicho lapso. Sin embargo, explican que las expectativas para este ejercicio son más alentadoras a raíz de un stock más restringido que elevaría el precio promedio por botella. La familia Guilisasti es sin duda la que lidera el ranking en exportaciones. Controla el holding Concha y Toro, y opera viñas como Cono Sur, Emiliana, Viña Maipo y Viña Alma Viva, a través de las cuales durante el año pasado obtuvo ventas por US$460 millones en el exterior, un 1,2% más que en 2013. Aunque de lejos, lo sigue el grupo San Pedro Tarapacá -vinculado a la familia Luksic, donde también están la Viña Santa Helena, Leyda, Altair y Misiones de Rengo- que registró un alza de 20% en volumen y de 19% en su valor promedio, tras vender en exportaciones US$173 millones en 2014. Alcanzó una participación de 13,8% en el total exportado por todas las viñas. Si a esto le sumamos la operación de viña Tabalí -propiedad de la familia del difunto empresario Guillermo Luksic-, las ventas de la familia alcanzarían los US$176 millones. La viña Santa Rita junto a Viña Carmen y Sur Andino, del grupo Claro, ocupa el tercer lugar, tras obtener ventas por US$83 millones, algo menos que los US$84 millones obtenidos el año anterior. Las exportaciones de la viña Luis Felipe Edwards alcanzaron los US$64 millones, un 9% más que el año anterior. Lo siguie el grupo Chadwick, con Viña Errázuriz, Seña, Caliterra, entre otras. El grupo bajó sus envíos a US$50 millones, poco más de US$2 millones menos que en 2013. Viña Santa Carolina, controlada por la familia Larraín Peña a través de Watts, ha continuado con un período de cambios. Desde el año pasado la compañía dejó de vender vino en formato Tetra Pak y ha seguido un camino que busca enfocarse en productos más premium. En volumen la compañía presentó un alza de 14,59%, mientras que en valor el incrementó alcanza 11,19%. Sus ventas en exportación alcanzaron los US$43 millones, por sobre los US$39 millones del año anterior. Más atrás está la Viña Montes, de la familia del mismo apellido, que en 2014 exportó unos US$37 millones, poco más de US$1 millón más que el año anterior. Entre las cifras elaboradas por Vinos de Chile destaca el resultado de Bethwines, el holding vitivinícola del grupo Bethia, ligado a la familia de Liliana Solari. El grupo con menos de 20 años de historia en el rubro vitivinícola inició una agresiva estrategia de posicionamiento. De hecho de la mano de Viña Indómita compró las operaciones de Córpora Tres Montes e incluso cuenta con una filial en Argentina. El holding dirigido por Carlos Heller mantiene un precio promedio por botella en línea con el mercado con US$25,27, y las ventas de Indómita, Santa Alicia y Dos Andes del año pasado alcanzaron los US$32 millones, siendo superior a los US$26 millones registrados en 2013. En Argentina, a pesar de que la comercialización total de vinos (mercado interno más exportaciones) entre 2006 y 2014 disminuyó 1,7 millón de hectolitros, aproximadamente, la participación de las 20 primeras empresas aumentó, pasando del 60% en 2006 al 75% en 2014 (vendieron 0,7 millón de hectolitros más), así lo indica un informe elaborado por la Corporación Vitivinícola Argentina denominado Análisis Integral de la Vitivinicultura Argentina. Nuevos Escenarios y acciones público-privadas. Para llegar a estos resultados, el estudio utilizó una medida estándar que es el Coeficiente de Gini, que es usado para medir la desigualdad en los ingresos y se encuentra en valores entre 0% y 100%, donde 0% se corresponde con la perfecta igualdad -todos tienen los mismos ingresos- y 100% se corresponde con la perfecta desigualdad -un actor tiene todos los ingresos y los demás ninguno-. De allí se obtuvo que el mercado, en toda su cadena -producción primaria, los elaboradores de vinos y fraccionadores- se ha concentrado más, generando de este modo, un mayor poder de mercado en manos de menos firmas y productores. El informe señala que para el caso de la producción primaria también fue igual. Este eslabón está compuesto por unos 17.600 productores, de los cuales unos 16.000 tienen explotaciones inferiores a 30 hectáreas y dentro de ellos unos 12.900 poseen explotaciones menores a 10 hectáreas. La realidad muestra que en 2013 el 10% de los productores de menor superficie (en promedio 2 hectáreas) poseía el 2% de lo producido, mientras que el 50% de los productores con menor superficie significó el 8% de la producción. El último decil, esto es el 10% de los productores de mayor superficie (en promedio 80,3 hectáreas) se quedó con el 58%. De igual modo, fue lo que sucedió con los elaboradores de vino. Recordando que el 0% se corresponde con la perfecta igualdad y el 100% con la perfecta desigualdad, el análisis del eslabón elaborador arroja un Gini de 74%, mientras que si consideramos que se registraron en 2014 un total de 805 establecimientos elaboradores, advertimos que el 10% de los elaboradores de menor escala, es decir que elaboran menos de 24 mil litros, ostentaban un 0,1% de la elaboración total, mientras que el 10% que más elaboran -más de 3 millones de litros- registraron un 67%. En primer lugar, observamos en el eslabón elaborador una tendencia a una mayor desigualdad a lo largo de los años: el coeficiente de Gini pasa del 69% en 2005 a 74% en 2014. Esto se advierte con la mayoría de los indicadores relacionados con la desigualdad. Si comenzamos con los indicadores de desigualdad y concentración de los fraccionadores del denominado vino genérico, común o sin indicación varietal, es posible observar que en este sector la distribución del ingreso se volvió más desigual en los últimos años, ya que el Gini pasó de un 85% en 2005 a un 88% en 2014. Mientras, el decil del 10% de las empresas que más litros fraccionaron, registró un 87% del fraccionamiento en 2005 y en 2014 el valor aumentó 8 puntos porcentuales. Finalmente, los indicadores de concentración que relacionan empresas-litros elaborados, señalan la proporción de litros elaborados por la empresa más grande respecto al total elaborado, es decir, que en 2005 la empresa más grande produjo el 12% del total del elaborado, mientras que 2014 significó el 16%. Al considerar la totalidad de los vinos, es decir, tanto los vinos sin indicación varietal como los varietales y para el total del país, también podemos verificar un crecimiento en la desigualdad, incrementándose la participación del decil más alto con 10% de los fraccionadores -55 establecimientos- lo que se traduce en el 90% del fraccionamiento. Igualmente, se incrementa la participación de los fraccionadores más importantes, ya que a nivel país 10 fraccionadores representaron el 70% del fraccionamiento total en 2014. El trabajo señala también que entre 2006 y 2014, las 20 primeras empresas comercializadoras de vino sufrieron modificaciones en sus stocks. Si consideramos que un stock de seguridad promedio debería ser de aproximadamente 4 meses de ventas, el stock de seguridad de las 20 firmas principales debería ser de aproximadamente 3 millones de hectolitros en 2015. No obstante, esto no sucedió. De las 20 fraccionadores principales el stock fue de 7,3 millones de hectolitros, mientras que el stock de seguridad estimado en función de las ventas debería ser de 3 millones de hectolitros, por lo cual se puede decir que los 4,3 millones de hectolitros restantes corresponden a stocks de anticipación/especulación. Esto podría implicar que las condiciones del mercado han llevado a que en la realidad ocurra una de las situaciones que se analizaron previamente desde el punto de vista conceptual, esto es, los excesos reiterados de oferta de traslado (más vino del que el mercado puede absorber) han generado una variación positiva en los stocks de los fraccionadores “netos” (acumulación de stocks en la demanda de traslado). A su vez, es preciso recordar que estas 20 firmas comercializaron en 2014 poco más de 9 millones de hectolitros, por lo cual con stocks por 7,3 millones de hectolitros en 2015 demandaron en el mercado de traslado alrededor de 1,7 millón de hectolitros. Es decir que mantienen stocks por encima de lo “seguro” y se podría decir que van al mercado de traslado en una proporción menor de lo que realmente deberían ir ya que conservan stocks por encima de lo que sería “aconsejable”.
Fuente: Todovinos.cl |