Bajo condiciones normales, las plantas de la pradera absorben el nitrógeno desde el suelo en forma de nitrato, para luego transformarlo, a través de su metabolismo, en proteína vegetal. Sin embargo, durante el otoño pueden presentarse ciertas condiciones que permiten un aumento en la absorción de nitratos hasta llegar a concentraciones donde la planta no es capaz de transformar, acumulándose al interior de ella y generando un completo desbalance.
Y es que durante el verano, con el aumento de las temperaturas, el suelo comienza a mineralizar grandes cantidades de nitrógeno, las cuales, en el caso de las praderas con riego que pueden continuar creciendo, al cabo de un tiempo lograrán absorber y utilizar este nitrógeno para formar proteína vegetal de forma lenta. “En nuestros suelos volcánicos la mineralización anual puede alcanzar los 300 kg de nitrógeno por hectárea al año”, asegura Rodrigo Toro, asesor de nutrición y alimentación animal en lechería, para Bestfed.
Un escenario diferente es el que se da en las praderas de secano. Éstas, debido a la falta de agua durante el verano, detienen su crecimiento, por lo que los nitratos quedan acumulados en el suelo. Debido a que en el otoño llegan las primeras lluvias, las plantas reactivan su crecimiento, absorbiendo también grandes cantidades de nitratos, los que son acumulados en su interior.
Si bien esta acumulación de nitrato en su interior no es peligrosa para la planta, sí lo es para la vaca que se alimenta del forraje. Esto se debe, en gran medida, a que los nitratos consumidos por las vacas son transformados en nitritos y luego en amoniaco, con el fin de que la flora ruminal pueda utilizarlos para formar proteína. Así, si el consumo de nitrato es excesivo y sobrepasa la capacidad de transformarlo en amoniaco, comenzará a acumularse en la sangre, produciendo una intoxicación, la cual será paulatina. “Comenzará con la baja de la productividad y diarrea oscura. Continuará con un decaimiento del animal, que hará que se mueva a paso lento y puede llegar, incluso, a la muerte por la intoxicación”, agrega Toro.
La acumulación de nitratos en los forrajes está determinada por diferentes factores, como la condición ambiental para su crecimiento, las especies en la pradera, y el manejo que haya tenido el predio. Y e que se sabe, por ejemplo, que las gramíneas anuales generalmente acumulan una mayor cantidad de nitratos que otras gramíneas, las cuales, a su vez, almacenan más que las leguminosas. Es decir, el maíz, la avena, las ballicas anuales y las brássicas poseen una mayor capacidad de acumular estos nitratos si se compraran, por ejemplo, con otras ballicas perennes o el pasto ovillo.
Fuente: El Mercurio