Las malezas suelen ser uno de los grandes dolores de cabeza de los productores frutales. Las perennes, por ejemplo, son reconocidas como las más complejas de controlar debido a la facilidad con la que se propagan, ya sea por semillas u órganos vegetativos.
Y es que el huerto frutal es un hábitat ideal para que las malezas puedan prosperar. El piso, por lo general, consta de bastante espacio entre y sobre hileras para el desarrollo de las malezas. Además, la gran disponibilidad de agua y nutrientes destinados a los frutales, hacen destacar una de las principales características de las malezas: el oportunismo, es decir, si se les da las condiciones de humedad y nutrientes, además del espacio, éstas las aprovecharán para desarrollarse.
Pero, ¿cuál es el problema con las malezas en el huerto? Si bien éstas son generalmente de menor tamaño si se comparan con la mayoría de los frutales, las malezas representan una constante amenaza para los huertos frutales debido a la competencia que ejercen al utilizar los nutrientes y agua disponibles para el cultivo. “Las malezas empiezan a competir a nivel de las raíces por agua y nutrientes, los que originalmente están destinados a los frutales. Entonces, tenemos un daño que disminuye la eficiencia en la aplicación de fertilizantes y del riego, ya que todo esto está destinado para el frutal, aunque las malezas terminan haciendo uso de estos recursos”, explica Jorge Díaz, investigador y especialista en Malherbología de INIA Carrillanca.
Otro tipo de daño que puede generar la presencia de malezas en el huerto, es que la mayoría sirve de hospedero para una gran cantidad de plagas, como pulgones, arañitas y nemátodos, entre otras. Por lo mismo, existen razones de peso para controlar su emergencia en el huerto.
Diferentes malezas, diferentes herbicidas
Existen dos grandes grupos de malezas, que se diferencian por sus características morfológicas y potencial para invadir el huerto. Por un lado se encuentran las anuales, las cuales sólo crecen por una temporada y luego semillan para germinar en la temporada siguiente, cuando las condiciones vuelven a ser favorables. Éstas no son muy complicadas de manejar e incluyen a algunas como el rábano, sanguinaria, quinguilla; todas las malezas de hoja de ancha; y las de hoja angosta como la ballica y el hualcacho.
Por otro lado, están las malezas de tipo perenne, las cuales pueden crecer por varias temporadas, provocando serios problemas en el huerto. Esto se debe a que son muy agresivas y difíciles de controlar, ya que poseen estructuras vegetativas que les permite rebrotar temporada a temporada. Entre ellas se encuentran la correhuela, malva y el falso té. Todas esas malezas son de hoja ancha. Sin embargo, también existen las de hoja angosta, donde destacan las gramíneas como el maicillo y la chépica.
La estrategia para controlar y disminuir la germinación de estas malezas, debe considerar ciertos criterios generales que deben ser tomados en cuenta antes del establecimiento del huerto. “En el caso de poder manejar el huerto previo a la plantación, es indispensable realizar un estudio de las malezas presentes y clasificarlas para poder realizar un plan de control que se adecue a las necesidades reales del huerto”, dice Díaz.
De igual forma, se recomienda realizar algunas labores mecánicas de preplantación que complementan el control de malezas. Este control es una estrategia utilizada hace años, aunque jamás se debe olvidar que su uso siempre debe ser complementado con otras estrategias de control.
Así como existe el control mecánico de malezas, también existen otras metodologías como el control químico basado en el uso de herbicidas, el cual es de los más efectivos contra las malezas perennes. Es importante tener en cuenta que también se puede combinar con el control mecánico.
Utilizar una estrategia de control basada en herbicidas permite reducir los costos generales en el control, debido a que no se contempla la compactación del suelo como sí ocurre con el control mecánico. “Cuando una estrategia de control de malezas se basa en el control mecánico, tiene un efecto de compactación del suelo. Además, hay un daño de raíces superficiales y un alto costo por pasar los implementos y la mano de obra capacitada”, explica Jorge Díaz.
El riesgo que se corre al utilizar solamente herbicidas, de acuerdo al experto, es que si bien se necesitan menos pasadas para realizar la aplicación en comparación a un método mecánico, si la aplicación no se realiza de manera correcta, el herbicida puede dañar las plantas del huerto.