Las especies y variedades de cítricos dulces plantadas en Chile, han perseguido durante años la producción de frutos partenocárpicos, es decir, sin o con mínimo porcentaje de semillas, para cumplir con las exigencias de los mercados internacionales.
En el caso de los naranjos, por ejemplo, las variedades plantadas corresponden al grupo “navel”, las que entregan frutas de mesa dulces, sin semillas, ideales para el consumo fresco. Situación similar viven los híbridos y mandarinos, los cuales también utilizan variedades que se caracterizan por una total ausencia de las semillas.
Pese a ello, esta situación tiene costos. Y es que a menudo los frutos partenocárpicos tienen un manejo agronómico más difícil, debido a que no demandan suficientes nutrientes a la planta. Esto, en la práctica, puede derivar en una producción de frutitos de escaso calibre, que no evite alcanzar los requerimientos comerciales.
Para Ricardo Cautín, ingeniero agrónomo, Ph. D. e investigador del Área de Fruticultura de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, en términos prácticos, esta situación lleva a la necesidad de que los productores cuenten con ovarios de alta calidad metabólica en las flores. “Si lo logramos, podremos remplazar la actividad que harían las semillas y lograr frutos con alta capacidad para demandar compuestos energéticos a la planta”, explica.
El camino al éxito
Pero, ¿cómo se pueden alcanzar ovarios de mejor calidad? Para los expertos existe una relación inversa entre la calidad de los ovarios que tienen las flores y la intensidad de floración que presentan los cítricos. Así, en la medida que la cantidad de flores que produce la planta sea mayor, la calidad potencial de los ovarios será menor.
Por esta razón resulta fundamental regular la producción de flores de acuerdo a los diferentes escenarios de producción de frutos. Dado el comportamiento en floración y cuaja de frutos que presentan los cítricos, existen técnicas de manejo para evitar la floración excesiva, las cuales se analizan más adelante.
Poca fruta cuajada
Enero es un mes fundamental para los productores, pues es el momento en que finaliza el ajuste de carga natural o la caída fisiológica de frutitos, por lo que se sabrá con mayor exactitud el número de frutos que tendrá la planta.
Así, si en ese momento la planta presenta poca fruta cuajada es posible que —de no existir problemas como falta de agua, problemas con la nutrición mineral, ataque severo de algunas plagas como arañitas y/o pulgones y problemas climáticos en invierno— exista un crecimiento vegetativo importante, principalmente durante el otoño. “Esta situación aportará muchas yemas para la inducción floral y finalmente para la diferenciación floral, lo que se traducirá en una intensidad de floración que compromete la calidad de los ovarios”, indica Ricardo Cautín.
El experto comenta que en el último tiempo se ha estandarizado la cantidad de flores para distintos rangos de intensidad, utilizando como muestra 100 nudos (yemas) a los que se les contabiliza la cantidad de flores. Así, niveles que se elevan sobre las 300 flores en 100 nudos (promedio) contabilizados, indica que existirán problemas con la calidad de los ovarios. Se han llegado a contabilizar en ciertos casos hasta 500 flores en 100 nudos, lo cual está asociado directamente con el estrés y la sobre inducción floral. En casos extremos, esta situación llevaría a la planta a no cuajar frutos —repitiéndose la situación la primavera siguiente— y a estar inmersa en lo que se conoce como ciclo improductivo.
Fuente: El Mercurio