La hidroponía es en la actualidad uno de los sistemas más eficientes para el desarrollo de la agricultura, ya que además de ser fácil de implementar es capaz de generar el aumento en la velocidad de desarrollo de los cultivos respecto del sistema tradicional, el ahorro en el uso de agua y otros recursos, y el mejoramiento en el uso del espacio —es tres veces menor al tradicional—, el control de la sanidad y del clima, entre otros.
Sin embargo, la obtención de buenos resultados dependerá, en gran medida, de que el productor o responsable de los invernaderos lleve a cabo una labor lo más certera posible, especialmente en lo que se relaciona con las aplicaciones de la nutrición y el manejo de la sanidad.
Por lo mismo, contar con alternativas que ayuden a mejorar los resultados aparece como una necesidad para todos aquellos que desarrollan el negocio. En ese contexto, una herramienta que ha mostrado buenos resultados es la tecnología EM, una combinación de microorganismos benéficos pertenecientes a tres géneros principales —bacterias fototróficas, levaduras y bacterias ácido lácticas—, que al entrar en contacto con la materia orgánica secreta sustancias beneficiosas como vitaminas, ácidos orgánicos, hormonas, enzimas, minerales quelatados y fundamentalmente sustancias antioxidantes, mejorando la productividad, calidad, tamaño, tiempo de cosecha, peso y salud de las plantas.
“La hidroponía es una plataforma perfecta para el desarrollo de la tecnología EM en agricultura por ser un sistema cerrado y controlado. Como la aplicación de EM es la única variable, los efectos de crecimiento y salud de las plantas son perfectamente visibles a corto plazo”, asegura Ana Patricia Luengas, de BioPunto, empresa que comercializa esta tecnología en Chile.
Así, en la práctica, el EM•1, producto de la tecnología EM, es capaz de transformar toda la materia orgánica presente en el sistema, como algas, limos y raíces muertas, en sustancias bioactivas que terminan por favorecer el desarrollo radical, el tamaño, la nutrición y la resistencia a las enfermedades de las plantas. Además mejora significativamente la calidad del agua, lo que permite que pueda ser reutilizada en el sistema o como fertilizante líquido para otros cultivos.
Pruebas de campo
Con el fin de establecer la efectividad de esta herramienta, los promotores de la tecnología llevaron a cabo pruebas en los invernaderos de los hermanos Carlos Alberto Dulcic e Isabel Margarita Dulcic, quienes desde hace varios años desarrollan un emprendimiento familiar de cultivos hidropónicos en su parcela ubicada en la comuna de Calera de Tango.
La iniciativa se realizó en dos invernaderos con lechugas por todo un ciclo productivo, el cual normalmente se puede extender por cerca de 35 días en verano y entre 90 y 100 días en invierno. Uno de ellos recibió aplicaciones de EM•1, mientras que el otro operó como testigo. Así, el 10 de abril de 2015 (otoño) se plantaron en cada uno de los invernaderos 980 lechugas Lollo bionda, 660 de ellas de la variedad Maqui (verdes) y el resto de la variedad Matador (rojas).
Terminado el procedimiento de limpieza y las plantaciones, se dio paso a las aplicaciones semanales de EM•1, las cuales se brindaron en dosis de 1 litro por cada 2.000 litros de solución nutritiva.
Durante las pruebas, se probó también EM-5, otro producto de línea EM, con la finalidad de prevenir el surgimiento de enfermedades y pestes en las camas de hidroponía. Para ello, se realizaron aplicaciones a través de pulverizaciones al 2% cada 15 días.
Fuente: El Mercurio