La Hass es la reina de las paltas, de eso no hay dudas. Desde que desplazó a la Fuerte en los años setenta, se ha convertido en la variedad más popular del mundo, y dominadora absoluta de los mercados en las últimas décadas, gracias a su sabor sin igual y a que posee una amplia temporada de cosecha que le permite a los comercializadores manejar la oferta sin mayores problemas.
Tan instalada se encuentra en la mente de los consumidores y productores que por estos días hay quienes ven absurdo y totalmente inviable la idea de crear nuevas variedades que aspiren a reemplazarla. De hecho, en Chile no existe en la actualidad un programa de mejoramiento genético de paltas, como sí lo hay para otras especies frutales como la vid.
Por ahora los esfuerzos locales, como los que realiza la Pontificia Universidad Católica Valparaíso, están centrados en investigar el potencial de nuevas variedades surgidas de mutaciones espontáneas.
“Estas paltas son tipo Hass, pero se han desarrollado en algún huerto específico de forma natural, sin la intervención del hombre. Y es que muchas veces ocurre que cae una semilla, la que es producto de una polinización de una variedad y otra. Así, esa semilla germina, se transforma en planta y después de mucho tiempo produce fruta, la cual se parece a la Hass, pero no es igual”, explica Mónica Castro, académica y directora del Laboratorio de Propagación de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV).
Más allá de esta realidad, la experta afirma que por estos días la industria se encuentra un poco más abierta que hace cinco o diez años a la idea de contar con nuevas variedades, debido a que aspectos como producir paltas en un clima cada vez más hostil y llegar a destinos cada vez más lejanos con fruta de calidad, aparecen como importantes desafíos.
Fuente: Revista Campo