Un nuevo estudio reveló una abundante presencia de estos insectos en la Región del Maule y se espera seguir haciendo monitoreos similares en el resto del país.
No construyen panales, son solitarias, sus colores son variados, también sus tamaños e incluso algunas pueden pasar por moscas.
Se trata de las abejas nativas, las que cumplen una función de polinización tan o incluso más importante que las abejas de la miel o melíferas, que son introducidas.
“Algunas de las especies locales son más rápidas en el desplazamiento de flor en flor y otras se especializan en determinadas plantas”, destaca el biólogo de la Universidad de Talca Víctor Monzón.
Según el investigador, se ha hablado mucho de que si desaparecieran las abejas melíferas de un lugar no habría más polinización, pero la tarea es realizada también por las nativas. “Existen experiencias en España que demuestran que al domesticar a las abejas nativas estas cumplen mejor la labor de polinización que las melíferas”.
El especialista acaba de concluir un catastro de dos años de las abejas nativas polinizadoras en la Región del Maule, el que contó con el apoyo del Fondo de Protección Ambiental del Ministerio del Medio Ambiente y que reveló una abundante presencia de estos insectos en la zona, y que, a su juicio, se puede extrapolar al resto del país. “Confirmamos la presencia de 230 especies, algunas también las he colectado en otras regiones mientras otras son típicas y endémicas de la región”.
Hay una diversidad de formas, tamaños y colores, destaca. Algunas por ejemplo, son pequeñísimas, de no más de 3 milímetros. En cuanto a la pigmentación, predominan los colores metálicos y negros, aunque también hay algunas parecidas a la abeja de la miel, como el abejorro o Bombus dahlbomii . Algunos ejemplares de abejorro incluso superan el tamaño de la especie introducida, alcanzando hasta los tres centímetros. Esta especie nativa es la única con un comportamiento social parecido a la Apis mellifera .
“Tienen reina, obreras y una conducta muy parecida. Incluso un señor me contó que en su casa cuando niño tenía enjambres de abejorros y que sus papás les sacaban la miel, algo de lo que no teníamos registros ya que sabíamos que solo las melíferas producen miel. Pero eso era cuando había en grandes cantidades, porque hoy está muy diezmada su población”.
Las abejas nativas también alimentan a sus crías con néctar y polen, con lo que generan una masa parecida a la miel, pero como no están organizadas es muy difícil que se formen acopios que pudieran colectarse. La producción de miel en abundancia solo es posible en el caso de las abejas sociales, explica. Por eso se optó por traer desde Europa a la abeja de la miel, pero fue hace tantos años que parece que siempre hubiese vivido acá.
Otra cosa que distingue a las abejas nativas es su comportamiento. Aunque poseen aguijón, es más pequeño que el de la abeja de la miel y su veneno no es tóxico. “Normalmente no son agresivas. Ahora, si las tomas con la mano y las presionas, lo más seguro es que pique”.
Monzón invita a descubrirlas. Por su tamaño y colores no es raro que las confundan con moscas, pero en realidad cuando uno las mira con detalle y observa su conducta, que se detiene más tiempo en las flores, que las poliniza, lo que creía uno mosca resulta que es una abeja. Además, las moscas tienen dos alas, mientras que las abejas, cuatro”.
El proyecto terminó en octubre y ahora planea dar a conocer una guía de la región. Pero su real objetivo es seguir trabajando con las abejas nativas de otras regiones para publicar una guía chilena de estas.
No le faltará material. Cuenta que, por ejemplo, hay una que es exclusiva de la pampa del tamarugal, mientras que otras -como el abejorro- se han desplazado hasta la Patagonia, e incluso se las puede ver en Tierra del Fuego. Pero el caso más sorprendente es el de una que vive en el archipiélago Juan Fernández. Es endémica de la zona y se ha especializado en flores de esas islas.
Bajo amenaza
La abundancia actual de abejas nativas en el Maule no quita que puedan estar enfrentando el llamado síndrome de colapso de las colonias, como se llama al fenómeno que está generando la desaparición de las abejas en distintas zonas del planeta, especialmente de la melífera. “También recibimos reportes de la desaparición de la melífera por parte de la gente que la produce. Respecto de las especies nativas, no existen estudios. Nosotros vimos poblaciones más o menos estables, pero no podría asegurar que igual puedan estar siendo afectadas”, dice el biólogo Víctor Monzón.
Explica que el síndrome es un fenómeno multicausal que se asocia a muchas variables. Entre ellas, cree que las más importantes son el uso de pesticidas y el impacto de la presencia humana, que deteriora los nidos de las abejas nativas. Como no habitan panales se refugian en troncos de árboles abandonados o incluso en el suelo; es decir, están mucho más expuestas.