Iansa y Orafti establecen un margen del 15% de producción propia, con el objetivo enfretar la “variabilidad”
Se inicia una nueva temporada de remolacha y de achicoria, y por estos días se complica el inicio de las siembras con las últimas lluvias, que dificultan el trabajo con maquinaria. El ejecutivo local de Iansa, Álvaro Prieto, y el gerente agronómico de Beneo Orafti, Peter Guhl, señalan que han cumplido con sus metas de contratación de este año y que las energías están en las siembras.
Iansa da cuenta de 16 mil hectáreas contratadas, a pesar de que si encontraban interés, estaban dispuestos a sembrar 20 mil, en tanto, Beneo Orafti iba este año por 2.800 hectáreas, y según trascendió, para llegar a la cifra, tuvo que hacer algunos esfuerzos.
A pesar de que ambos cultivos están entre los rubros anuales de riego con mayor rentabilidad, ambos funcionan en un régimen que en economía se llama monopsonio, lo que significa que hay un sólo comprador de la materia prima (Iansa y Beneo Orafti, en estos casos), lo que tiene sus ventajas y sus puntos negros. La principal ventaja es que han impulsado un tipo especial de agricultura de contrato, donde han desarrollado mecanismos especiales para negociar las temporadas.
Iansa, con experiencia de décadas en este tema, que ha tenido sus altas y sus bajas, ha logrado algunos parámetros que han tenido aceptación en los productores, definiendo una fórmula de cálculo de precios que contempla los precios internacionales del azúcar y costos de producción en Chile.
Por otra parte, Beneo Orafti, a pesar de tener un más acertado sistema de consensuar precios de costo del cultivo, no transparenta los precios de venta de sus productos industriales, que son la inulina y la oligofructosa (fibra dietética saludable que se incorpora a los alimentos), lo que este año le generó un traspié y terminó fijando un precio sin lograr acuerdo.
Producción propia
La situación es complicada desde el punto de vista de la industria, puesto que si los agricultores han invertido para llegar a un grado de profesionalismo en estos rubros que tienen sus complicaciones, igual tienen la opción de optar por otras alternativas y con ello, poner en jaque el abastecimiento de la industria.
Esta situación ha llevado a la industria a tomar algunos resguardos, como la siembra directa en terrenos propios o arrendados.
Álvaro Prieto comenta que Iansa siembra por cuenta propia un 15% de la remolacha que requiere, lo que le permite sortear sin problemas la “variabilidad” de la contratación de cada año.
Beneo Orafti, según reconoce Peter Guhl, también tiene producción propia en 55 hectáreas, que es menos de un 2% de la siembra. Pero ha trascendido que este año, para cumplir su meta, ofreció a algunos productores nuevos una garantía de 50 toneladas por hectárea a todo evento. Es decir, un piso de utilidad que permite, al menos, salvar los costos, lo que es una forma original, pero que puede resultar más cara que haber llegado a un par de pesos más en la negociación del contrato, que era lo que pedían los productores.
La postura de estos últimos era que la producción libre de costos dejara una utilidad de mil dólares, a lo menos. Esta postura puede ser interesante con un tipo de cambio como el de hoy, pero sería fatal, con el valor del dólar que había hace un par de años.
Aunque no se ha logrado aún llegar a fórmulas de negociación que den garantías siempre a ambas partes, cada año se avanza en este sentido.
Por lo pronto, para la achicoria en la temporada 2015-16 se pagarán $38.500 pesos por tonelada. El rendimiento promedio del producto la temporada pasada fue de 54 toneladas por hectárea, aunque hay productores avezados que se acercan a las 70 toneladas.
Para la remolacha, en tanto, el precio es de US$ 52 por tonelada y los rindes promedio de la temporada pasada fueron de 94 toneladas por hectárea, aunque los productores especializados superan las 120 toneladas.