Que si está aguado el vino, que si está fuerte. La categorización de contenido de agua de los vinos pipeños del Biobío dejará de ser un asunto artesanal, dependiente de la graduación de la garganta de cada huaso, y pasará a ser científica. Esto, pues el SAG inicia un proyecto para medir si es que les echan agua, y cuánta, a los vinos de la zona.
La iniciativa no es nueva. La ley permitía un máximo de 7% de agua adicionada al vino hasta 2016, y rebajó este porcentaje al 3% ese mismo año. Sin embargo, a la normativa le faltaba un instrumento de medición que ahora llegó al país y que comenzará a usarse dentro de poco. La idea es que los vinos pipeños no excedan el máximo.
Fuente: El Mercurio